Por
Carolina García
El
amor que recibes es igual al amor que te comes
(How to talk to girls at parties,
2017. Dir. John Cameron Mitchell).
Aplastando el Be your self del pop, los
finales de los 70 fueron esos años de irrupción catastrófica a las figuras de
autoridad, el alzar la voz de los jóvenes hastiados de la moda y el estilo
impuesto por los grupos hegemónicos. El punk fue creado por los repudiados,
enfermos de una sociedad conforme sin pensamiento ni criterio, un movimiento de
contracultura con atuendos, música para insultar al mando, la anarquía pura en
Inglaterra a eso de 1977.
Así, Nail Gaimen, escritor, junto a John
Cameron Mitchell, llevan a la pantalla grande una historia no convencional
con Cómo
enamorar a una chica punk (How to talk to girls at parties), fusionando el mundo cósmico con la época
punk en Inglaterra a tiempos del jubileo de la reina de Estados Unidos.
El atestado de polvos dementes, con
contrastes de color, azul y rojo, acompañan el viaje astral en el filme
interpretado por Elle Fanning, Alex Sharp y Nicole Kidman, reencarnando a
Zan, Enn (Henry) y Boadicea (según la cinta, la primera punk en la historia
del mundo), respectivamente. El argumento pinta para catalogarse como una más
de amor, pero si bien se observa, la cinta recoge otros temas más seductores.
A cámara lenta, vinilos, tocadiscos,
pósters, pines, un uniforme desatado, Enn y su banda de amigos que se auto-describen
como punks, se juntan a luz de la luna para visitar Croydon, lugar en medio de
los tugurios londinenses para probar de sexo, música y alcohol, a expensas de
una noche más, sin darse cuenta, tocan a la puerta de una casa refugiada por
seres cautivadores, con un atractivo sexual que terminan seduciendo al grupo de
amigos, donde experimentan sensaciones pasmosas, ¿una secta extraterrestre?
¿caníbal? ¿suicida? La película se encarga de no etiquetarla ni dar explicación
a donde pertenece Zan haciendo una labor fascinante, pues cada quien, desde su
empirismo, determinará cómo es el éxodo de aquellos seres fantásticos.
Al son de Ramones, los Pistols y The Slits, llena de matices y una
fotografía cubierta de neones con rosas, morados, naranjas y otros tantos
amarillos, Enn y Zan conectan sus seres de diferentes mundos en menos de 48
horas, a través de sus sentidos, su sangre, sus entrañas.
La distopía de un mundo estable, sin
cambios, con una permanente felicidad ha sido plasmada en la literatura humana,
Un mundo feliz es el caso, bajo ese discurso
la vida vestiría de gris, no habría evolución, pintando entonces un rojo sangre
por la muerte del ser y su estancamiento. Zan, al haber nacido en la ingesta (grupo)
color amarillo, representando la individualidad, intenta conocer los placeres
banales que la vida capitalista nos ha dado, los prueba, baila sobre lo
extenuante del vicio, logra corromper-corromperse, volviéndose una chica punk.
El sueño cósmico envuelve colores para
cada secta simbolizando un componente del humano, espíritu, mente, voz,
voluntad, sexo y fuerza, para dar pie a un nuevo elemento, el amor,
comprendiendo un color y un número cabalístico como lo es el siete. La gama de
colores empleada en este rodaje es impresionante debido a que los matices y la
representación de cada uno, para una emoción o sentimiento se emplea de manera
acertada, el verde que será el último utilizado por el director, representa el
amor rompiendo con el estigma del rojo para el sentimiento que es gozado entre amapolas
para quienes lo han sentido.
El trabajo hecho por parte del
vestuario se acopla a la época sacando provecho a la exageración entre los
pelos de punta, chokers estrafalarios y negros por todos lados.
How
to talk to girls at parties,
título original de la cinta, es una categorizada en género drama, comedia y
romántica, une dos mundos, universos, galaxias con una
fotografía insólita en los zoom in, zoom back y los slow motion. El argumento rebosa en la libertad de las mentes, pone
en entredicho el crecer de los sentimientos a paso de los años, pues éste no
tiene cabida en el tiempo, logras conectar tu esencia con una que encaja a la
tuya y eres de ésa, sin importar tu cosmos, la diferencia de pieles, conectas,
te pierdes en su éter, en el otro.
Aquellos que se deleiten entre temas
teñidos de romance con misterios sabrán apreciar el contenido de la propuesta
basada en la historia escrita por Gaimen, sin lugar a dudas, los colores fue el
mejor artilugio en todo el filme a lado de los efectos especiales y el viaje en
el que te vas a sumergir con los 102 minutos de rodaje.
Trailer
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