Por Oswaldo Magaña.
A todas las relaciones les llega
un momento difícil que las pone a prueba y a la amistad que hay entre Ralph y Vanellope
le llega el momento una vez que la monotonía toca a la puerta. Ralph, con la
intención de darle a su amiga más emociones, termina arruinándolo todo y deben
emprender un viaje a través del internet para solucionar su error.
La película Wifi Ralph (Ralph breaks the
internet) es la secuela de Ralph el
demoledor (Wreck-It Ralph 2012).
Los directores, guionistas y animadores Rich
Moore y Phil Johnston muestran
una pieza animada con una calidad impecable, llena de referencias y parodias
que la hacen divertida. Sin embargo en ocasiones se mira una idea desgastada de
la primera y algunas referencias no funcionan del todo.
Era de esperarse que la película
misma sea un product placement de las
principales marcas de aplicaciones a nivel mundial, ya que trata de internet
así que aunque a muchos no les guste, es completamente válido y hasta necesario
que presenten a la gran mayoría de marcas que conforman el mundo virtual.
El guion es simple y más bien es un
pretexto para continuar la franquicia, pero resulta muy interesante la manera
en que representan el mundo virtual y sus interacciones. Se vive con el
internet a diario y es notable la materialización de esa metáfora que
representa el mundo virtual, tal y como lo decía Carlos Scolari: El uso cotidiano de infinidad de conceptos nos
lleva a olvidar el origen metafórico de muchos de ellos.
La desaparición de las metáforas
nos llevan a pensar que también ellas, al igual que las interfaces, sufren el
síndrome de la transparencia (Scolari,
2004) y es que cuando una metáfora es tan bien aplicada y efectiva, se olvida
que es una metáfora. Lo mismo pasa con las interacciones digitales, así que la
propuesta de Moore y Johnston funciona.
Además de contar con varias
referencias del mundo digital y gamer,
también se dan oportunidad de realizar parodias como los clichés en los que
caen las películas de princesas, burlándose del género mismo, causando la
gracia del espectador ante esta lluvia de inteligentes referencias y
situaciones ridículas. Incluso un cameo del recién fallecido Stan Lee.
Lo malo, como siempre, es que no
saben cuándo detenerse. Saturan la pantalla con todas las referencias del mundo
de Disney incluso de la recién adquirida
franquicia de Star Wars lo que hace que la secuencia caiga en lo kitsch.
El asunto del virus ni nombrarlo,
es bastante predecible. La moraleja que implica el dejar ir a las personas que
quieres para que sigan su camino, es una llamada de atención sobre las nuevas
ideologías de las relaciones codependientes y tóxicas, que si bien a un niño le
importan una almendra y aunque son parte de su formación, está más bien
dirigido a los padres.
Trailer
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