Por
Carolina García.
El ser humano en su afán de posesión,
con un estereotipo del mundo feliz, en un mundo feliz, del american dream, el periodista David Sheff, encarnado por el actor Steve Carell a cargo de Felix Van Groeningen, rodea un filme de
111 minutos envuelto en una angustiosa e imparable incertidumbre ocasionadas
por la metanfetamina en las venas de su hijo.
Con una estructura dramática de zigzag, donde la narrativa encuentra espacios comunes para aterrizar el
pasado a través del presente, el retrato de las crónicas A Father's Journey Through His Son's
Addiction de David Sheff,
telescopiado al séptimo arte, es un relato coprotagonizado por Timothée Chalamet donde se atisba la
mirada de David y la decadencia de su hijo consumido por la adicción a la
locura con el pretexto del gusto por las drogas:
This isn’t iike cancer. This is my choice. I
put myself here.
Al paso de planos abiertos,
contrapicados, con la muestra de orgánicos componentes dentro de la urbanización,
el desgaste de la vida perfecta que cae en lo monótono, en lo ordinario,
termina por hastiar la sustancia del personaje interpretado por el actor de Call me by your name.
Y en otro recorrido fílmico, cada
movimiento ejecutado por Steve Carell,
refuerza el saber del espectador sobre el amor sobreprotector de un padre,
sobre la casi asfixia hacia el otro, sobre todo, de un lazo que, en cada
rehabilitación, parece deteriorarse sin romperse.
La intertextualidad de la cinta está
compuesta, entre otros artistas, por Bowie, Nirvana, Bukowski, entre posters,
menciones y la lectura del poema del escritor alemán, Let it enfold you. Todo, para describir la esencia atiborrada de
depresión y oscuridad en el ser del joven Sheff.
Nominado a los Golden Globes, el personaje creado a través de Chalamet se propone como una vorágine emocional interferida por la
sangre contaminada de sustancias “recreativas”. En su actuación como Nic,
acompañado de una serie de gestos entendidos como los efectos secundarios de la
droga, representa una ruptura del mundo ideal, de la perfección sobria a través
de la embriaguez como una anestesia a “la realidad”.
Con una coproducción entre Amazon Studios, Plan B Entertainment (entre otras[i]), distribuida
por Diamond Films, Beautiful Boy, provoca confusión en los ratos de rehabilitación de Nic, con
tintes de superación personal, con el discurso mal gastado de la paz después de
dejar la drogadicción, cuando te devuelve el mundo del caos en el escritor,
ahora, con heroína, en siguientes ocasiones, con las venas del brazo casi al
estallido purpúreo.
Fuera de los espacios motivacionales
como propaganda hacia la nula ingesta de narcóticos, el discurso en el tedio de
la cotidianidad merita de una recomendación, aunado a las actuaciones de ambos
actores, donde Carell se mantiene en
una seriedad, firmeza, ordenado, contraria a la personalidad de Nic, que recae,
que sufre a expresar el sentimiento, sin alto gusto por la universidad, más
cercano a la escritura, símil de su padre.
Luego de un viaje por la heroína,
metanfetamina, crack, cocaína y marihuana, Beautiful Boy muestra un orbe de la
destrucción por el animal llamado humano. La cinta llegó a México con alrededor
de 80 copias para su distribución y ya se encuentra disponible en recintos
comerciales.
Trailer
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