Por Indira García
Pocas veces la política se mira desde
un punto de vista femenino, pero cada vez hay más producciones que abarcan este
ángulo. Las niñas bien, de Alejandra
Márquez Abella, es uno de estos casos.
La película está basada en el libro
de Guadalupe Loaeza, quien en los ochentas lanzó esta serie de textos narrando
las aventuras de un grupo de mujeres de clase media-alta viviendo en una de las
zonas más exclusivas de México. Casi
treinta años después conocemos a Sofía (Ilse Salas) y sus amigas en pantalla
grande, reviviendo una situación que, a pesar de llevar tantos años guardada,
se sigue sintiendo actual.
Ellas son niñas bien que crecieron en familias adineradas, que van de
vacaciones al extranjero y gastan millones en ropa y apariencias, ven amenazado
su estilo de vida por la nacionalización de la banca y la caída del peso. Su
contexto y situación les obliga a fingir que nada pasa, siguen tan radiantes
como siempre y sobre todo, intentan ignorar que tienen problemas económicos
como todos los mortales. A través de
chistes y mucho drama, vemos cómo se desmorona el matrimonio y las amistades de
Sofía.
Hay que tener en cuenta que ellas
fueron de las primeras generaciones de mujeres en México que tuvieron derecho a
votar, que se les dio la voz para hablar y decidir. El poder que les otorgó el
derecho a la libertad les proporcionó, además, una nueva seguridad para
plantarse al mundo como ellas quisieron.
Por otro lado, el machismo que siempre
ha estado implícito en nuestra cultura
es un contrapeso que siempre lleva a las mujeres a criticar a las demás
para sentirse por encima de otras y por otro lado impide a los hombres
reconocer sus propios sentimientos y aceptar debilidades. Ambos elementos son
factores clave para el desarrollo de personajes.
La sátira al clasismo está presente
en todo momento, diálogos como “no se junten con mexicanos” o “no estoy
acostumbrada a comprar vestidos de gala en México” le dan realce a la
personalidad de Sofía.
La época se ve bien retratada gracias
a la escenografía y los vestuarios, pero se ve complementada por pequeños
detalles que van develando una imagen completa de la sociedad mexicana
ochentera, como ver a los personajes fumando dentro de establecimientos.
La producción, dirección y casi todas
las actuaciones corren a cargo de mujeres. Según palabras de la directora, poco
a poco rompen los paradigmas de que las películas de chicas sólo pueden ser comedias románticas
o cosas ligeras sin mayor profundidad.
Las Niñas Bien es muy local, muy personal, para quien no haya vivido ese
momento de la política mexicana o no esté informado de aquellos sucesos le
parecerá vana y superficial; sin embargo, es un análisis necesario que recae en una sociedad donde
estamos dudosos de qué pasará después y en el que Las Niñas Bien de ahora, temen
de nuevo, perder su status social.
Trailer
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