Por Jaime López Blanco
El cineasta estadounidense, Bennett Miller, presenta su tercer largometraje
denominado “Foxcatcher”, cuyo argumento se basa en la extraordinaria historia
real del excéntrico millonario John Eleuthère du Pont durante el periodo en el
cual mantuvo una oscura relación con los hermanos Mark y Dave Schultz, ambos
medallistas en Lucha Olímpica en los Juegos de Los Ángeles 1984. John du Pont, interpretado
brillantemente por Steve Carell (quizá en el mejor papel de su vida hasta
ahora), propone a uno de los hermanos ser el director de un centro de
entrenamiento deportivo de alta calidad en el que se prepararía un equipo
ganador con miras a la cita Olímpica de Seúl 1988.
Lo que se nos presenta es la oportunidad de atestiguar a un estupendo
director de actores como Bennett Miller, quien encuentra en sus tres personajes
principales una radiografía o especie de tricotomía del American way of life. Bennett Miller ya había demostrado
anteriormente ser un excelente narrador de películas basadas en personajes
reales (“Capote”; “Moneyball”), pero ahora consigue elevar su espectro actoral
a la tercera potencia.
John du Pont, personificado por Steve Carell, es el epítome de una de
las conductas principales en las actuales naciones capitalistas occidentales:
el acaudalado hombre de negocios que
controla a medio mundo mediante el poder de su fortuna pero que, por dentro, es
un hombre pobre, con varias carencias y sin talento alguno; de los que sólo el
dinero es su único atractivo o su única aportación. Carrell sobresale más allá
de su prótesis. Por su parte, Channing Tatum, interpreta a Mark Schultz, encarnación del deportista estadounidense talentoso
pero lleno de inseguridades, el cual no sabe lidiar con la sombra de su hermano
mayor, por lo que se deja seducir fácilmente por la hábil manipulación -disfrazada
de comprensión- de un hombre maquiavélico como du Pont. Finalmente, Mark Ruffalo es Dave Schultz, el único ser en todo la historia que se muestra pleno
con lo que es, con lo que tiene y con lo que vive, a pesar de que ha tenido que
fungir como figura paternal, desde chico, para con su hermano Mark.
Sin embargo, Bennett Miller no se limita a contar una película de estudio
de personajes, sino monta un drama criminal magnético donde cada fotograma te
adentra en la psicología de los personajes y sus polémicas decisiones; un filme
en donde la ausencia de música en muchas de sus secuencias, aunado a su
magnífico montaje, hacen de la cinta un ente vibrante que inquieta y que
sorprende.
Lo que resulta unánime entre los cinéfilos y la crítica especializada es
que, precisamente, el combo de histrionismos y buenos personajes dotan a la
película de Miller de algo más que interés y/ó entretenimiento. “Foxcatcher” es
un relato sobre la inexplicable necedad de muchos estadounidenses promedio de
resultar o verse como ganadores en cualquier ámbito de la vida (ser un loser en E.U. implica cargar con una
losa casi mortal); pero también es un testimonio sobre la envidia, la soberbia
y lo oscuro del ser humano. Además, sirve como reflexión o recordatorio acerca
de uno de los peores males que afectan este mundo: la amplia mayoría de los que
en éste planeta ostentan el poder político y económico son gente patética, cuyo
mayor talento es la mediocridad. Dolorosamente cierto.
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