miércoles, 21 de enero de 2015

Relatos Salvajes



Por: Jaime López Blanco

Lo admito. La secuencia inicial es prometedora. Advierte, en forma de prólogo, el tono y tipo de película que veremos: diversas viñetas argumentales acerca de lo salvaje de la condición humana, cargadas de mucho humor negro; violencia y; teniendo como eje central, el enojo a la sexta potencia, el cual sirve como motor emocional para muchas de las acciones y reacciones de los personajes que conforman este filme, escrito y dirigido por Damián Szifrón, producido por  la compañía de los Almodóvar (El Deseo) y musicalizada por el reconocido Gustavo Santaolalla.

En general, la película es sumamente entretenida y - también lo admito - divertida. Exterioriza, en cierta manera, varios de los salvajes deseos que como personas y ciudadanos hemos sentido en múltiples ocasiones, sin importar la región geográfica en la que habitemos. El realizador, Damián Szifrón, se mofa de los agentes de bienes inmuebles, de algunas instituciones del gobierno argentino, de la eterna rivalidad entre las diferentes clases sociales y hasta del matrimonio. Y lo hace mediante una producción impecable, onerosa y que implica algunas escenas memorables relacionadas con lo escatológico del individuo.

Lo malo es que, para contar la historia en cuestión, el director/escritor tuvo que recurrir a ese ritmo frenético convencional al cual Hollywood nos tiene acostumbrados, en donde cada dos minutos tiene que pasar algo para que la audiencia no huya o no se aburra con su narración. Esto convierte a “Relatos Salvajes”, por momentos, en algo repetitivo y sin sorpresas, donde en cada historia que transcurre ya sólo esperas conocer a la siguiente víctima y el modo en que se convertirá en ello.

Además, como en la mayoría de las historias corales entregadas por el séptimo arte, existen relatos que no cuajan en su desenlace, porque sus argumentos son llevados al extremo, terminando de pecar de absurdos, inverosímiles o poco redondos. Eso sí, las actuaciones son de primer nivel, no hay nada que reprocharles, mucho menos a histriones de la talla de Ricardo Darín (quizá el actor argentino más reconocido a nivel internacional), Darío Grandinetti u Oscar Martínez.


“Relatos Salvajes” es una experiencia cinematográfica que agrada y simpatiza a la mayor parte del público que la vive, por lo instintivo de sus diálogos y lo atrevido de algunas de las secuencias que presenta, pero que hubiera sido mejor si tuviera una mayor cohesión argumental o conceptual entre todas sus historias, algo que hiciera de esta pieza audiovisual un ente más complejo, un ente que fuera más allá del simple producto agradable o ameno para la audiencia.  

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