Por: Jaime López Blanco
Lo admito. La secuencia inicial es
prometedora. Advierte, en forma de prólogo, el tono y tipo de película que
veremos: diversas viñetas argumentales acerca de lo salvaje de la condición humana, cargadas de mucho humor negro;
violencia y; teniendo como eje central, el enojo a la sexta potencia, el cual
sirve como motor emocional para muchas de las acciones y reacciones de los
personajes que conforman este filme, escrito y dirigido por Damián Szifrón, producido
por la compañía de los Almodóvar (El
Deseo) y musicalizada por el reconocido Gustavo Santaolalla.
En general, la película es sumamente
entretenida y - también lo admito - divertida. Exterioriza, en cierta manera,
varios de los salvajes deseos que
como personas y ciudadanos hemos sentido en múltiples ocasiones, sin importar
la región geográfica en la que habitemos. El realizador, Damián Szifrón, se
mofa de los agentes de bienes inmuebles, de algunas instituciones del gobierno
argentino, de la eterna rivalidad entre las diferentes clases sociales y hasta
del matrimonio. Y lo hace mediante una producción impecable, onerosa y que
implica algunas escenas memorables relacionadas con lo escatológico del
individuo.
Lo malo es que, para contar la historia
en cuestión, el director/escritor tuvo que recurrir a ese ritmo frenético
convencional al cual Hollywood nos tiene acostumbrados, en donde cada dos
minutos tiene que pasar algo para que la audiencia no huya o no se aburra con
su narración. Esto convierte a “Relatos Salvajes”, por momentos, en algo
repetitivo y sin sorpresas, donde en cada historia que transcurre ya sólo esperas
conocer a la siguiente víctima y el modo en que se convertirá en ello.
Además, como en la mayoría de las historias
corales entregadas por el séptimo arte, existen relatos que no cuajan en su
desenlace, porque sus argumentos son llevados al extremo, terminando de pecar
de absurdos, inverosímiles o poco redondos. Eso sí, las actuaciones son de
primer nivel, no hay nada que reprocharles, mucho menos a histriones de la
talla de Ricardo Darín (quizá el actor argentino más reconocido a nivel
internacional), Darío Grandinetti u Oscar Martínez.
“Relatos Salvajes” es una
experiencia cinematográfica que agrada y simpatiza a la mayor parte del público
que la vive, por lo instintivo de sus diálogos y lo atrevido de algunas de las
secuencias que presenta, pero que hubiera sido mejor si tuviera una mayor
cohesión argumental o conceptual entre todas sus historias, algo que hiciera de
esta pieza audiovisual un ente más complejo, un ente que fuera más allá del
simple producto agradable o ameno para la audiencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario