FOTO. Eduardo León
Por
Eduardo León
Ubicado en la calle Donceles del Centro Histórico de la
Ciudad de México, el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris fue edificado entre
1917 y 1918 bajo el estilo neoclásico de los arquitectos Ignacio Capetillo y
Federico Mariscal, que consumaron el anhelo de la cantante, actriz y vedette
María Esperanza Bofill Ferrer.
Fue en aquel ornamentado sitio en donde el 6 de diciembre
del 2017 se congregaron personalidades ligadas íntimamente a la seductora
anatomía del séptimo arte, con la intención de honrar a las mejores obras
cinematográficas y de televisión en sus 23 categorías nominadas al Premio
Fénix.
Una turba de personas, carpas y carteles se imponían
frente al Palacio Legislativo. “Vivienda pagada, no regalada”; “Dónde quedó el
dinero. Que el mundo nos mandó. Que no se hagan pendejos. Peña se lo robó”,
eran las exigencias del Congreso Popular que recibían a la prensa invitada a la
noche de premiación.
A las espaldas del insurrecto escenario se extendía
pretenciosa la alfombra roja, franqueda por muros oscuros en los que se leían
los nombres de los patrocinadores como: Cinema 23, Netflix, Cinépolis, El País,
Canal Once o Museo Arocena. Las luces a lo alto aguardaban sigilosas al
anochecer para enlucir los rostros y la indumentaria de los talentos nominados,
en la velada que difunde y premia al cine independiente, social y de protesta
en Iberoamérica.
Los reporteros y camarógrafos ataviados en atuendos
formales, se almacenaban en sus “corrales” desde las 15:30 hrs; colocaban sus
trípodes, micrófonos y luces. El clima templado era idóneo. Las sombras del
atardecer acentuaban las grietas en los edificios, en donde alguno que otro
curioso presenciaba, desde su balcón o ventanal, la llegada y travesía de las
celebridades por el tapiz y las cámaras.
Acechando las 18 hrs y con el sol procreando la noche,
las personalidades fueron captando la atención de la prensa. Celebridades
nominadas como las actrices Liliana Biamonte, Paulina García; el crítico de
cine Isaac León Frías; el director y productor Pablo Larraín; los actores
invitados Marcela Guirado y Osvaldo Benavides, fueron compartiendo sus
perspectivas y experiencias respecto a la cuarta edición de los Premios Fénix.
Entre “chacaleo”, gritos abrasadores, destellos y
declaraciones, se recibieron a algunos pilares del talento mexicano como
Verónica Castro, que con su trayectoria y naturalidad cautivó a los
corresponsales. Luis Gerardo Méndez con su desmedida popularidad por la serie
Club de Cuervos y su filme en cartelera “Camino a Marte”, transitó velozmente
hacia el interior del teatro. Esmeralda Pimentel, Cecilia Suárez y Francisco De
La Reguera fueron reconocidos por los reporteros tras la función de prensa de
la cinta de Hugo Lara, “Cuando los Hijos Regresan”.
La estera carmesí atestiguó las andanzas de Maya Zapata
que asistió por la serie nominada de Fox, “Run Coyote Run” en la que participa.
El director Sebastián del Amo compartió su próximo largometraje, el cual será
una adaptación de la obra detectivesca El Complot Mongol de Rafael Bernal
publicada en 1969. La veracruzana Ana de la Reguera arribó como presentadora de
un galardón y no desistió en mencionar Gucci cuando se le cuestionaba sobre
su vestidura. Tras el estreno de 120 Battements Par Minute, su protagonista
Nahuel Pérez Biscayart, se mostró reservado al ser fotografiado.
Las fracciones musicales Molotov, Nortec, Rossy de Palma
y Natalia Lafourcade posaron ante la obturación de las cámaras, dispuestos a
despabilar los oídos de los asistentes con sus peculiares estilos musicales.
Tras dos horas de charlas, fotografías, distinción,
actitudes, emociones y comentarios introspectivos, cada talento se adentraba al
Teatro de la Ciudad para ocupar su butaca y testificar o ser acreedor del Huevo
Fénix como galardón por fomentar las realidades alternas desde el arte del cine
y la actuación.
Los nombres de los ganadores se emitieron ágilmente. La
producción mexicana La Libertad del Diablo, acumuló tres premios: mejor
documental, mejor fotografía de documental por María Secco y mejor música por
Quincas Moreira.
La cinta chilena Una Mujer Fantástica se alzó
victoriosa al poseer tres de los más representativos Fénix: mejor largometraje
de ficción, mejor dirección por Sebastián Lelio y mejor actriz por Daniela
Vega.
Un Monstruo Viene a Verme se llevó cinco galardones en
las categorías de: mejor diseño de arte por el mexicano Eugenio Caballero; el
trabajo en conjunto de Marc Orts, Peter Glossop y Oriol Tarragó como mejor
sonido y el premio de exhibidores por Juan Antonio Bayona.
El actor argentino Oscar Martínez quien se mantuvo
ausente, colocó un cimento más en su trayectoria al llevarse el premio a la
mejor interpretación masculina por la cinta El Ciudadano Ilustre.
Entre el resto de las personalidades merecedoras al Huevo
Fénix se encuentran: Ramiro Civita por mejor fotografía de ficción en El
Invierno; mejor guión por Carla Simón en Verano 1993; mejor edición por La
Fábrica de Nada; Club de Cuervos como mejor serie de comedia; Narcos como
mejor ensamble actoral y mejor serie de drama. El premio a trabajo crítico fue
para Isaac León Frías y el galardón a la trayectoria fue otorgado a la
argentina Norma Aleandro.
Los estragos de la cuarta velada Fénix emergieron en la
fatiga de nuestros pies, en el embarullo mental y en las ideas aleteando
dentro, luego de haber presenciado la demasía de talento aberrante que nos
obsequian los artistas iberoamericanos, y sus ánimos de retirar puntada por
puntada de la sutura visual a la que nos han o hemos acostumbrado.
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