Por
Aura Marché
El director sueco, Ruben Östlund,
regresa con un film que le valió la prestigiosa Palme d'Or en el Festival de
Cine de Cannes de este año, The Square.
Östlund, quien con Force Majeure
ganó el Premio del Jurado, Un Certain Regard en 2014, la cual fue recibida con
gran aclamación crítica por su visión limitada y exhaustiva sobre la relación
entre hombres y mujeres en el siglo XXI.
La película gira en
torno a la vida de su protagonista Christian
(Claes Bang), un prestigioso curador del honrado museo de arte contemporáneo
sueco, X-Royal. Padre divorciado de dos hijas que se ve
inmerso en una crisis existencial en el momento álgido de su vida profesional,
una instalación artística titulada The
Square, la cual podría catapultar su carrera.
Está exposición invita al público a realizar o participar en un espacio
confinado y temporal de altruismo. Antes de la apertura, Christian tiene que
lidiar con las consecuencias de sus actos respecto al robo de su celular y
billetera, así como con la campaña de relaciones públicas del museo para
impulsar la nueva exposición.
Sin embargo, el metraje es mucho más compleja que su sinopsis. Östlund
se caracteriza por tener una hipótesis central en sus películas que conlleva ir
generando otras complicaciones para sus personajes, y a la vez, generando más
preguntas para el espectador (por ejemplo, exponiendo el problema de los
mendigos y migrantes que existe en Suecia y como se relaciona esto con sus
personajes).
En contraste con
algunas opiniones que clasifican al largometraje como una comedia o sátira, no
es una película con una mera crítica al moderno mundo del arte, sino una
crítica a la sociedad sueca, analizando los comportamientos contradictorios no
sólo de la alta burguesía, sino de la humanidad que está llena de prejuicios,
egoísmo, desconfianza y miedo.
Östlund se enfoca en el
comportamiento social humano, carente de
valores morales a través su personaje protagonista, quien se mueve en el arte
contemporáneo internacional de autocomplacencia y auto importancia, presentándonos
las contradicciones que tenemos como seres humanos.
La instalación resulta ser una obra de arte relacional por
excelencia, en la medida en que se supone, crea un entorno social donde las
personas deben participar en una actividad compartida, actuando como supuestamente lo haría en el mundo real,
y no sólo de una exposición que surge de la imaginación privada de un artista.
El protagonista
explica en algún momento que, es un
santuario de confianza y cuidado. Dentro de él, todos compartimos los mismos
derechos y obligaciones. Pero a lo largo del metraje, Christian no es solo
testigo de la injusticia que puede pasar desapercibida, sino que él mismo la
vive y la va conociendo.
Si bien parece
que está obsesionado con la hipótesis de la instalación artística, a lo largo
de la película debemos ir descubriendo sí es que Christian logra aplicar eso en
su vida cotidiana, e incluso, si nosotros como espectadores (que criticamos una
película y a nuestra sociedad), logramos llevar a cabo lo que creemos correcto
o aconsejamos.
The Square es esencial,
no sólo servirá de escape a la rutina diaria, sino te hará pensar en tú rutina,
e incluso, pensar si fue suficiente la forma en que la película muestra los
problemas en relación con los problemas que tenemos actualmente a nivel global.
Trailer
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