Texto y fotografías por Carolina García.
“Los
directores cinematográficos viven con sus películas mientras las están rodando.
Son sus hijos (…). Y todo parece indicar que las películas más emocionantes son
realmente artísticas cuando han sido creadas por un solo hombre.”
Alfred
Hitchcock
Hálitos de tabaco acompañan su obra,
los trajes elegantes, la vanguardia, el monocromático, vestigios de apenas una
parte de su realización fílmica compuesta por más de cuarenta rodajes… Un
recinto que ataña de arte una explanada, salas y galerías al blanco agrisado en
avenida Coyoacán, número 389. El mes patrio en conjunto con el creador
emblemático del suspenso, Alfred
Hitchcock.
A la espera se juntaron un par de
meses después de su anuncio en esa tirada de conectividad con la etiqueta
“Internet”, en la expectativa, imaginarios de piezas y un montón de guiones, a
la vista dos reconstrucciones fieles de vestuario (Rear window, 1954; Vertigo,
1958) … Poco menos de doscientas piezas.
Con un aproximado de ciento cincuenta
personas en la periferia del montaje un olor cercano, ese que se aspira al
abrir una envoltura nueva. La algarabía con una clase de embarullo por el
reproductor de escenas continuas en sus apartados asignados.
Las luces oscuras entre rojos intensos,
focos amarillentos, verdes borrosos, la atmósfera envolvente de su biografía,
de su estilo, de la técnica en sus ensambles, el
Trampantojos para Los pájaros. Un gran cuarto dedicado a Los pájaros,
con un fondo balanceado al cano, una especie de acetatos gigantescos con
figuras negras atolondradas, al fondo, como una placa de esas que usan para las
radiografías, pero escalada a lo enorme, secretos rebelados en HD.
Fotogramas a expansión, conjunción de diálogos,
la inesperada virtud para el amarre en sus finales, el arte y el comercio
concebidos desde la sustancia de un hombre meticuloso. La composición artística
a información, comparación de estilos de época, Stories boards e inimaginables tomas a detalle usadas por aquél.
El cúmulo de genterío no llenaba los
espacios del aire, los focos en su temperatura no sofocaban al espectador, sin
ningún acto de pálpito, un sentir en la vibra presencial…
Desgraciadamente,
los artistas no tenemos toda la libertad porque atendemos a una audiencia,
gracias a la cual tú recibes tu dinero y yo el mío…
Hermann en su postura…
Mira
Hitch, no puedes saltar más allá de tu propia sombra y tú no haces películas
pop ¿qué es lo que quieres de mí? Yo no escribo música pop.
Cómo cambiar tu extracto humano,
reciclarlo para la baratija de aceptación visual, ¿quiénes somos? ¿Sus
complacientes? Para quién trabajamos, expresamos para ellos (?), para que nos
compren, el cine como industria creó una brecha en nuestro espacio, lo hizo mercancía,
y quien logró fusionarlo… el director de
Psycho, a muestra, numerosas
plantas de pies alrededor de su obra, absurdos flashes mundanos, los que
apreciaban, otros tantos recordaban, pero todos metidos en ese cuarto por uno
ya conocido, sin ser gastado, el que estará montado a la espera de cuatro meses
en adelante.
De algunos labios una voz pasada al
mencionar lo caduco en sus secuencias, lo pausado en medio de la llamada sociedad
inmediata, el mote de la cinta tardía. Luego de meses, otra voz más vieja… los que van a prisa son ustedes.
Más que una de horror, una de
admiración, a la expresión del contar en una historia, de marcar un carácter.
De colaborar con otros, de diseñar la última gota del segundo, de hacerlo tuyo
y caer extenuante. Hitchcock: más allá del suspenso, más allá de la entraña rota en
cortes de sangre en belleza, moda, hasta el reviente en una figura alegórica,
su perfil famoso en permanencia no caduca.
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