Por
Carolina García.
Qué pretensión la del hombre, yaciente
en su vena sedienta de adrenalina, de sentir el pulso y la sangre gráfica.
A casi cuatro décadas del terror consagrado
en el filme de John Carpenter y la idea de Halloween, el horror explotado en
la visceralidad del ya gastado personaje Michael Myers (Nick Castle), irrumpe en México la posicionada como secuela para el
mes antecesor al festejo de día de muertos.
¿Maldad o placer? Situada en la
comunidad de Haddonfield, dirigida por David
Gordon Lee, no se injiere bajo alguna cinta estrenada anteriormente, a
excepción de la primera donde en la vida real han pasado dos pares de décadas desde
el estelar del 78, así como la mención del mismo periodo dentro de la cinta.
El caso Myers cerrado pero sin
resolver, vuelve a ser investido por un par de periodistas que al cabo de unos
minutos aparecidos en pantalla su cometido se sumerge en un evapore por un
fluido viscoso color oscuro salido de sus cuerpos, Myers trasladado a otra
clase de psiquiátrico escapa en busca de Laurie Strode. Un atiborrado de
información combate en la cinta, notas, videos, y la nula explicación
psicológica ante la oscuridad innata de Myers.
Mostrada como una demente, Jamie Lee Curtis no abandona el papel
de Laurie Strode, el evoque de una mujer deseosa de muerte a Michael Myers, la
piel del personaje de Lee concatena la infelicidad, la desventura, misma que hace
perder dos matrimonios y a su familia.
¿Desterrar al cine de terror por su
casi abolición de la reinvención? Confeccionada a uno del tipo slasher con los clichés del mismo género que rompe a ratos en risa de lo burdo
durante las coyunturas de talla suspenso, una invasión de los recursos usados y
reusados por el mismo, donde la reinvención yace en la cohesión tecnológica de
los efectos especiales y no en el ensamble del guion.
El emblema más seductor, Jamie Lee, con los cabellos
desbarajustados recorren una atmósfera del desequilibrio en su personaje, del
sufrimiento en el ser humano por la tristeza en contra choque con el odio y el
desprecio a un ser que actúa desde su corporalidad, dando vida a una alegoría
de la imagen perseguida generación tras generación, la máscara de Michael
Myers.
Rodada desde la pluma del director
galardonado con un Oso de plata a la Mejor Dirección, Halloween estalla en los lugares del
suspenso, el horror, de lo más aplaudible por la audiencia, en imágenes
viscerales, con efectos de audio atravesando carnes y pieles humanas, donde se
recorren los espacios comunes de la tensión y el brinco en las butacas, pero
deja de lado la explicación de la entraña del sujeto, lo científico que apenas
rodado en unos minutos, es rebatado frente a los ojos del público muy a prisa
que, aparentemente, es inexistente en esta película.
Los 104 minutos de proyección estarán
disponibles a partir del 19 de octubre en diversos conjuntos de México, con la
propuesta de seguir la continuidad de la saga, inferido desde el final flotante
sugerido por el director, Halloween se propone con una buena
recepción para este 2018 con una carga consciente a lo ya visto en la primera
de Carpenter sin arriesgar como
otros lo hicieron.
Trailer
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