Por Diego Rodmor.
Hacer
películas del subgénero de zombis es una tarea complicada para estos días. Este
monstruo contemporáneo ha sido explotado hasta el hartazgo durante los escasos
años que ha tenido este nuevo siglo. Al ver cada proyecto nuevo es inevitable
no encontrar similitudes con otros trabajos, en especial con la saga de los
muertos vivientes que nos entregó George A. Romero, insuperable leyenda del
subgénero. Aún así existen trabajos recientes que se aplauden por presentar
historias novedosas con este tema.
Ahora
la cartelera exhibe Los Hambrientos,
cinta canadiense escrita y dirigida por Robin Aubert que ha sido bien recibida
por la crítica en general. En ella podemos ver cómo algo extraño está
sucediendo con los pobladores de una pequeña ciudad en Quebec convirtiéndolos
en peligrosos seres violentos y capaces de comer carne humana. Un grupo de
personajes ordinarios deberá unirse para sobrevivir a esta pesadilla.
La
cinta fue realizada con un presupuesto extremadamente bajo y sin embargo logra
mostrarnos un ambiente desolador en medio de los bosques canadienses bastante
efectivo. A través de tres historias que poco a poco se irán uniendo seremos
testigos de los horrores por los que pasarán estos personajes, rodeados cazador
y presa por el imponente y profundo paraje boscoso.
Visualmente
es una experiencia interesante, existen exquisitas tomas de los paisajes
canadienses y secuencias en las que podemos ver el abandono de la población
ante el supuesto apocalipsis y la posesión de la naturaleza en cada diferente
escenario. Todo aderezado por silencios largos que por momentos se quiebran de
forma violenta con una música asfixiante. Un enorme acierto en la película,
admirable en cuanto a sus aspectos técnicos. Sin embargo durante sus casi dos
horas de duración no sucede absolutamente nada dentro del relato.
Los Hambrientos es una película
repetitiva no sólo en sus secuencias sino también en lo que muchos otros filmes
del subgénero nos han mostrado ya. La poca variedad de situaciones dentro del
metraje hacen que este proyecto sea lento, tedioso, aburrido. A pesar de su
admirable aspecto visual y de sus pocas pero explosivas, violentas, sangrientas
escenas, el filme no logra ser novedoso ni muestra algo que en verdad logre
atrapar al espectador. Pareciera que estamos ante un capítulo de The Walking Dead de dos horas en el que
lo único que vemos es cómo escapan los sobrevivientes, encuentran algún lugar
deshabitado, son atacados, vuelven a escapar, de nuevo encuentran un lugar
abandonado, otra vez son atacados y así durante su completa duración que al ser
tan plana se vuelve eterna.
Son
pocas las secuencias que causan un impacto y estas tampoco sobresalen ni salvan
este aburrido filme. Los actores son poco conocidos y no están mal pero no
pueden hacer nada con un guión en el que no existe ningún desarrollo profundo.
Los diálogos son escasos y un poco pretenciosos al intentar impregnar una
profundidad fallida en cada conversación. Del mismo modo la película no logra
definirse y por momentos es seria y con atmósferas imponentes para luego
abordar un humor negro que no termina por acomodarse dentro de la historia.
La
película que el canadiense Robin Aubert nos presenta es un fallido intento que
pudo haber tenido una mejor propuesta. Los bajos presupuestos nunca han estado
peleados con la creatividad y al ver este trabajo queda claro que su autor no
tiene imaginación y termina presentándonos un filme con situaciones que ya
hemos visto un millón de veces envuelto en un empaque que le da al proyecto una
imagen de novedoso e independiente.
Quizá
lo más sorprendente sea el buen recibimiento que la crítica le ha dado. Sin
embargo filmes como La Noche Devoró AlMundo son opciones que superan con creces a este novato y olvidable
trabajo.
Trailer
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