Por Carolina García.
Situada
en una casa añeja de amueblados neoclásicos y otras tantas corrientes
estéticas, Las Herederas, de Marcelo
Martinessi, cuenta la historia de la degradación amorosa y de vida entre un
par de mujeres lesbianas de avanzada edad.
Los
primeros minutos, compuestos de una misteriosa sensación por no observar del
todo a las protagonistas, se dan entre desenfoques de primeros planos con
algunos reflejos para luego mostrar un cúmulo de dos personalidades contrarias,
Margarita Irún quien encarna a María
Núñez bajo el mote de Chiquita, y la pintora Ana Brun, interpretando a Chelo. Ambas con un característico
particular donde el desgaste ocupa el primer lugar en su cama.
Dentro
de esos amueblados antiquísimos conocemos a los personajes que desenvuelven la
trama, pues éstos están a la venta para financiar un adeudo de Chiquita en el
banco, que al final, vuelve imposible su estadía bajo libertad y es reclutada
por estafa.
El
filme paraguayo bajo tonos oscuros entre alumbrados sombríos, concibe su primer
punto de amarre tras el reclutamiento de la pareja de Chela, el personaje
comienza una travesía al lado de otras mujeres adultas con la única ocupación
de jugar cartas u otros tantos juegos de apuesta, pues se vuelca en el oficio
de su taxista personal.
En
aquel éter de pláticas cotidianas a la espera de regresar a un día enfermo,
lleno de pastillas y algunas gotas de pintura, Chela conoce a Angy (Ana Ivanova), devolviéndola a la vida a
través de una atracción sexual o amorosa hacia la mujer de edad madura.
Entre
los detalles se observa el cristianismo de Chiquita y Chelo plasmado sutilmente
a través de rosarios o cadenas, entre los mismos, la seducción escondida en los
actos de Angy, a pesar de presentarse como una mujer quien gusta de personas
del sexo contrario, luego se descubre que no del todo.
Aunque
en sus líneas no se hace una acotación textual hacia el lesbianismo
desentrañado en el filme de 97 minutos, se hace notar el contexto con ciertos
tintes de machismo… ¿Tienes novio?, ¿Eres casada? ¿Divorciada?, como si fuese regla ser mujer y tener una pareja del
género masculino.
Y
Chela en Ana Brun, con una entrega
actoral llena de un silencio expresivo, de angustia, depresión, enfermedad… Al
contrario de Chiquita quien se muestra más fuerte, robusta, imponente, eso, sin
olvidar la envoltura en el tabaco.
Las
Herederas hace un retrato a la insoportable vejez del
amor, el erotismo, el interés en el otro. La evolución en las líneas dibujadas
en el rostro de Chela muestra el despertar del deseo, de la ilusión en la
atracción, del ropaje distinto, esa evolución que vislumbra entre la pérdida de
las ganas y una nueva fantasía.
Galardonada
por los Fénix 2018 en la categoría
de Mejor director, Las herederas sigue en carteleras de recintos culturales para
ser degustada como una cruda pintura de la realidad, de la ausencia del amor
degradada por el menosprecio, pero, sobre todo, del contagio sentimental por la
actuación de Ana Brun.
Trailer
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