Por Carolina García.
El segundo largometraje de ficción de Fernando Frías de la Parra hace una crónica de una de las muchas colonias populares que configuran el México que ni siquiera ha desaparecido del campo semántico dentro de la industria fílmica porque pocas veces ha sido retratado. La escena que da apertura a los 112 minutos de su rodaje es una panorámica que da aviso a la desolación en medio de la naturaleza atravesada por la urbe y así comienza Ya no estoy aquí.
La historia protagonizada por Ulises, un apasionado de la música cumbia rebajada, encarnado por el actor Juan Daniel García, se sitúa en Monterrey durante la Guerra contra el narcotráfico comandada por el entonces presidente de México, Felipe Calderón (2006 – 2012). La estructura narrativa del filme en flashbacks va desenredando las razones que llevan al personaje hasta Queens, Nueva York, así como el desmoronamiento de su identidad tras su estadía en aquel condado.
El joven de 17 años, que se pasea por las calles de su barrio en compañía de los Terkos, una pandilla que baila cumbia mientras bebe cerveza y fuma cigarrillos, un día cualquiera que sólo pasaba por su rumbo se envuelve en una confusión de cárteles y se ve obligado a abandonar su casa al lado de su familia. De esa manera, Daniel García, sin experiencia previa en la actuación, desdobla un papel que será gozado por los espectadores a partir de la solidez con la que trabaja a su personaje: gesticulación, movimientos y diálogos que permiten la fluidez y construcción del mismo.
En tanto al discurso visual y narrativo, Frías desglosa el viaje de Ulises desde un hogar fragmentado; atravesando por su huida a Estados Unidos en la que la realidad lo persigue: discriminación, nulas oportunidades de empleo y añoranza del pasado, el american dream no es el ideal del sujeto en pantalla; hasta su retorno catártico. Más allá de un conversatorio demostrativo entre los actantes, la labor de guion y de dirección son notables, pues las acciones de los intérpretes son las que nos permiten conocer a los personajes, en mayor o menor medida. Y la cinematografía, en manos de Damián García, que captura los rincones del tercer mundo, apoyan el mismo discurso: paredes desteñidas, sobrepoblación y tianguis, la cultura popular en la mayor de sus expresiones.
Mientras que, el retrato del choque cultural se da en un entretejido que va desde el rechazo del movimiento kolombia en su propio lugar de origen; luego, trasladado a Estados Unidos, el repudio entre culturas se vuelve mutuo: la música electrónica de los roomates de Ulises ante la cumbia, momento en el que sus ideologías se anteponen, su comportamiento, su moda, su indumentaria y hasta la actitud, porque eso es el gusto, la elección –y/o circunstancias azarosas– de ciertas formas de vivir. Y, por último, y porque no había mejor lugar para darle la vuelta al mundo entero que uno con gran riqueza étnica: el encuentro en Queens con Lin (Xueming Angelina Chen), una joven de ascendencia asiática quien queda fascinada ante la apariencia del regiomontano y quien también se vira como un apoyo de Ulises durante su estancia en Estados Unidos.
Ya no estoy aquí es un rodaje imprescindible en la filmografía mexicana. Expone el descuido de las familias hacia los jóvenes, las dificultades de sobrellevar ese mismo núcleo ante las pésimas condiciones de vida, la juventud: amistad, pasiones, transición e identidad. Y, sobre todo, visibiliza lo que nadie quiere ver, lo que la publicidad y los grandes estudios, han enseñado –y que se ha aprendido– a relegar de nuestros imaginarios: gente “común” con vidas “comunes” en espacios “comunes”. Una atípica forma, también, de contar los rostros subyacentes del narcotráfico, pues no alaba ni reproduce los estereotipos cómodos en los que han caído series y películas de la industria nacional e internacional desde que el tema se puso de moda.
La película, disponible en el catálogo de Netflix, fue galardonada en 2019 por el Festival Internacional de Cine de Morelia por Mejor Película y se llevó, además, el Premio del Público.
Ganadora de 10 Premios Ariel por:
Mejor Película.
Mejor Director – Fernando Frías de la Parra.
Mejor Revelación Actoral – Juan Daniel García.
Mejor Guion Original – Fernando Frías de la Parra.
Mejor Edición – Yibrán Asuad, Fernando Frías de la Parra.
Mejor Fotografía – Damián García.
Mejor Sonido – Javier Umpiérrez, Yuri Laguna, Olaitan Agueh, Michelle Couttolenc, Jaime Baksht.
Mejor Diseño de arte – Taísa Malouf Rodrigues, Gino Fortebuono.
Mejor Vestuario – Magdalena de la Riva, Gabriela Fernández.
Mejor Maquillaje – María Elena López, Itzel Peña García.
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