jueves, 15 de agosto de 2024

Alien: Romulus (sin spoilers)

 

Alíen: Romulus

Por Indira García.

El tan anticipado regreso de la franquicia Alíen finalmente ha llegado y no decepciona.

Han pasado 45 años desde el estreno de la primera Alíen y mucho ha cambiado en la forma de hacer (y ver) películas, por lo que provocar miedo hacia una criatura que se ha visto ya en ocho cintas anteriores es todo un reto. Sin embargo, Fede Álvarez lo consigue al mismo tiempo que construye un gran homenaje a tan querida saga, dándole al suspenso una cara fresca con fórmulas clásicas.

La trama de la película es sencilla: un grupo de amigos que viven en un planeta minero intentan hacerse de una nave que les ayudará a escapar de una vida de esclavitud en un lugar donde nunca conocerán el sol. El grupo conformado por dos chicos (interpretados por Archie Renaux, Spike Feam), tres chicas (Cailee Spaeny, Isabela Merced, Aileen Wu) y un humano sintético (David Jonsson) comienzan la aparentemente tranquila misión con el único inconveniente inmediato de ir a contrarreloj, debido a que el vehículo a la deriva está por chocar con un cinturón de asteroides. Sin embargo se toparán con que la nave está repleta de huevos de xenomorfos. Un nido, básicamente.

Alien: Romulus reintroduce a estas criaturas a una nueva generación y lo hace de una forma que pone los pelos de punta, siendo este el mayor fuerte de la producción ya que nunca falla en intimidar con semejante fisionomía y viscosidad. El miedo se siente desde la primera toma donde se aprecian los huevos y se mantiene durante todo el desarrollo con cada uno, manteniendo el miedo de que aparezcan de la nada, apelando mucho a los videojuegos. Para sorpresa de los fans, durante el filme sí vemos bastantes xenomorfos, la mayoría de gran tamaño y tan imponentes que impactan como si fuese su primera vez en pantalla. Estos aliens animatrónicos, apoyados por CGI en ocasiones, son igualmente temibles y fascinantes.

Pero hay que tenerle paciencia a la historia, la primera media hora es lenta y se toma su tiempo para presentar a los personajes con sus encrucijadas personales en un intento (algo flojo) de conectar con el espectador. Y, a pesar de que no logra cimentar muy bien el drama, sí consigue preparar el terreno para el suspenso a través de tomas cerradas que apelan a la claustrofobia y utilizando las panorámicas para resaltar lo pequeños que somos en medio de la grandiosidad del espacio. La tensión no deja de aumentar una vez que la acción arranca. La cámara nos lleva entre oscuridad, aislamiento y silencios recordándonos la terrorífica premisa original: en el espacio nadie te escuchará gritar.

La película se siente de fan para fan, el amor que Fede Álvarez le tiene a la saga es casi palpable a través de los escalofríos y el nerviosismo que mantienen al espectador al filo de su asiento.


 
 
A pesar de los aciertos audiovisuales no se puede ignorar que hay varios hoyos en la trama y situaciones caricaturescas a conveniencia del guión, pero esta vez la cinta no intenta ponerse filosófica como sus dos antecesoras (Prometeo (2012) y Covenant (2017)). Aunque por momentos se pone seria y toca (muy por encima) problemas como la sobreexplotación y neoliberalismo, medio insinuando que tal vez la ya conocida empresa ficticia Weyland-Yutani es la verdadera villana de la historia.

Muchos tenían grandes expectativas desde que se anunció que la dirección correría a cargo de Fede Álvarez, siendo este su tercer encargo para continuar (y rebootear) una franquicia de terror, después de Evil dead (2013) y La masacre de Texas (2022). En su momento cada una provocó la división de opiniones tanto de los fans como de la crítica pero no queda duda de su amor y dedicación por el género le deja aprender de sus aciertos y errores.

Alíen: Romulus opta por algo que le hace falta a muchas secuelas: volver a sus raíces y tenerle respeto al material original. Álvarez se acerca mucho a aquella primera entrega de 1979 y replica su esencia siguiendo los mismos pasos, tomando lo básico y aplicándolo. Eso sí, el exceso de las referencias y reinterpretaciones pueden jugar en contra para algunas personas ya que se puede sentir que está por cruzar la raya de ser un homenaje a solo apelar a la nostalgia para provocar.

La cinta en su totalidad parece un producto ochentero, se toma así misma como pieza de época y es pensada desde ahí, teniendo como punto de partida la forma en que se veía el futurismo en esos años: las computadoras grandotas y toscas, los ruidos tecnológicos, tubos y botones por doquier. La ambientación, el montaje, la escenografía e incluso la música se sienten auténticamente del siglo pasado pero con el dinero y la modernidad de hoy tal como lo vimos anteriormente este mismo año con Late night with the devil (dirigida por Cameron Cairmes y Colin Cairnes) pero mejor logrado.

Fede Álvarez se ha referido a Alien: Romulus como lo equivalente a Rougue One dentro de Star Wars, por ser historias independientes que pueden ser entendidas a parte y sin contexto pero al mismo tiempo complementan a su respectivo universo. Dichas declaraciones las ha hecho durante la gira promocional de prensa, donde también ha sido cuestionado respecto al canon, confirmando que las precuelas sí forman parte oficial al igual que ambas entregas de Alíen vs Depredador 1 y 2.

Cronológicamente sucede entre Alíen (1979) y Aliens (1986) y no es totalmente necesario verlas para entenderla, pero sí se encuentra llena de detalles y referencias a sus antecesoras. Imperdible para seguidores y amantes del cine de terror pero también para quienes solo busquen un buen susto.

La película va con el respaldo y aprobación de Ridley Scott y James Cameron.

Trailer





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