martes, 17 de marzo de 2015

“Güeros”: Hartas corretizas, una huelga y el viaje de un “prieto”



Por: Jaime López Blanco.

Si pudiera resumir en una sola frase la película de Alonso Ruizpalacios, “Güeros”, utilizaría la de agasajo audiovisual con mucho estilo; otra sería, oda a uno de los elementos menospreciados de los filmes, el sonido o; debraye narrativo/existencial con ecos autobiográficos y referenciales a una época de un director emergente en el panorama fílmico nacional. Y es que “Güeros”, cinta dirigida y coescrita por el propio Ruizpalacios, puede ser eso y mucho más, o nada de eso y simplemente una road movie con buena hechura técnica.

El argumento de “Güeros”, única película mexicana incluida en el programa de la 57 Muestra Internacional de Cine, versa sobre el encuentro de dos mundos y de dos hermanos: el “güerito” y el “prietito”; la inquietud-altanería, síntomas característicos de la adolescencia precoz, y; la pasividad-estancamiento emocional, enfermedades características de un sector de la población joven de este país: todo ello más causas que han imposibilitado – en parte - la consolidación de un verdadero cambio en nuestra nación.

Tenoch Huerta (“Días de gracia”; “Ciudadano Buelna”) y Sebastián Aguirre (“Obediencia perfecta”) son los protagonistas de esta película, dando vida a los personajes de “Sombra” y “Tomás”, respectivamente. El primero, mermado, en un departamento carente de energía eléctrica y reticente a la huelga estudiantil de la UNAM de 1999; el segundo, exiliado de la casa de su madre, pero entusiasmado con la idea de buscar a uno de sus ídolos musicales en la Ciudad de México.

A pesar de que se percibe cierto aire burlón y mal informado referente al movimiento estudiantil de la UNAM de 1999-2000, el director Ruizpalacios utiliza esta anécdota como pretexto para plasmar una película sobre el recorrido existencial de dos seres alrededor de varios puntos significativos de la Ciudad de México. Lo hace apoyándose en la fotografía imaginativa, audaz y conceptual de Damián García, junto con uno de los mejores diseños sonoros que he escuchado en varios años.

El sonido no sólo es un ornamento y espectador cinematográfico, sirve como protagonista de varias de las atmósferas de la cinta en cuestión; además, de transmitir varias de las dinámicas de los personajes. Jamás un ataque de pánico, un beso francés, una nota en el periódico o un encuentro esperadísimo se habían trasladado tan encantadora y convincentemente al mundo del séptimo arte.    

Eso sí, como ya lo dije antes, si de algo peca la película “Güeros” es de mostrar una visión reduccionista sobre un asunto tan importante como lo es la defensa de la educación pública en México. Lo trata como un tema tangencial, con buen diseño de arte, pero con cierto elitismo y un enfoque reducido del tópico en cuestión. ¿Por qué opino esto? Porque las partes que aparecen relacionadas con la huelga de la UNAM dejan entrever a personajes vagos, corrompidos, poco organizados y peleándose entre sí, con tez morena en su mayoría. A pesar de que Tenoch Huerta - uno de los mejores actores de su generación- protagoniza este filme y es una persona de piel morena, el guión de Ruizpalacios no deja de incluir cierta burla respecto a los estudiantes. Es cierto que, muchos, sólo sirven como borregos repetidores de consignas ya hechas, pero también lo es que generalizar es errar.

Sin embargo, muy a pesar de ese detalle, la película de Ruizpalacios es ingeniosa, dinámica, atractiva y poco convencional para los estándares de las nuevas narrativas del cine mexicano. Está repleta de diálogos que parecen huecos pero cargados de mucha ironía. Me recordó – guardando las proporciones - a ese retrato generacional, también en blanco y negro, realizado por Fernando Eimbcke denominado “Temporada de Patos”; la diferencia es que Ruizpalacios utiliza muchos planos fotográficos en movimiento y un recorrido mediante el cual podemos conocer a varios personajes bizarros de la Ciudad de México.

El último fotograma sustenta la hipótesis de que el tema principal de esta cinta no es la huelga estudiantil de 1999, sino mas bien la búsqueda existencial de un ente de tez “prietita” intentando salir de su guarida. Algo muy simbólico, más considerando las condiciones actuales del país en el que vivimos, donde la raza de cobre sigue intentando salir del yugo que ejercen desde su guarida algunos cuantos “güeros”.


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