Por: Jaime López Blanco.
Si pudiera resumir en una sola frase la película de Alonso Ruizpalacios,
“Güeros”, utilizaría la de agasajo audiovisual con mucho estilo;
otra sería, oda a uno de los elementos menospreciados de los filmes, el sonido
o; debraye
narrativo/existencial con ecos autobiográficos y referenciales a una época de
un director emergente en el panorama fílmico nacional. Y es que
“Güeros”, cinta dirigida y coescrita por el propio Ruizpalacios, puede ser eso
y mucho más, o nada de eso y simplemente una road movie con buena hechura técnica.
El argumento de “Güeros”, única película mexicana incluida en el programa
de la 57 Muestra Internacional de Cine, versa sobre el encuentro de dos mundos
y de dos hermanos: el “güerito” y el “prietito”; la inquietud-altanería,
síntomas característicos de la adolescencia precoz, y; la pasividad-estancamiento
emocional, enfermedades características de un sector de la población joven de
este país: todo ello más causas que han imposibilitado – en parte - la
consolidación de un verdadero cambio en nuestra nación.
Tenoch Huerta (“Días de gracia”; “Ciudadano Buelna”) y Sebastián Aguirre
(“Obediencia perfecta”) son los protagonistas de esta película, dando vida a
los personajes de “Sombra” y “Tomás”, respectivamente. El primero, mermado, en
un departamento carente de energía eléctrica y reticente a la huelga
estudiantil de la UNAM de 1999; el segundo, exiliado de la casa de su madre,
pero entusiasmado con la idea de buscar a uno de sus ídolos musicales en la
Ciudad de México.
A pesar de que se percibe cierto aire burlón y mal informado referente al
movimiento estudiantil de la UNAM de 1999-2000, el director Ruizpalacios
utiliza esta anécdota como pretexto para plasmar una película sobre el
recorrido existencial de dos seres alrededor de varios puntos significativos de
la Ciudad de México. Lo hace apoyándose en la fotografía imaginativa, audaz y conceptual
de Damián García, junto con uno de los mejores diseños sonoros que he escuchado
en varios años.
El sonido no sólo es un ornamento y espectador cinematográfico, sirve como
protagonista de varias de las atmósferas de la cinta en cuestión; además, de
transmitir varias de las dinámicas de los personajes. Jamás un ataque de
pánico, un beso francés, una nota en
el periódico o un encuentro esperadísimo se habían trasladado tan encantadora y
convincentemente al mundo del séptimo arte.
Eso sí, como ya lo dije antes, si de algo peca la película “Güeros” es de
mostrar una visión reduccionista sobre un asunto tan importante como lo es la
defensa de la educación pública en México. Lo trata como un tema tangencial,
con buen diseño de arte, pero con cierto elitismo y un enfoque reducido del
tópico en cuestión. ¿Por qué opino esto? Porque las partes que aparecen
relacionadas con la huelga de la UNAM dejan entrever a personajes vagos,
corrompidos, poco organizados y peleándose entre sí, con tez morena en su
mayoría. A pesar de que Tenoch Huerta - uno de los mejores actores de su
generación- protagoniza este filme y es una persona de piel morena, el guión de
Ruizpalacios no deja de incluir cierta burla respecto a los estudiantes. Es
cierto que, muchos, sólo sirven como borregos repetidores de consignas ya
hechas, pero también lo es que generalizar es errar.
Sin embargo, muy a pesar de ese detalle, la película de Ruizpalacios es
ingeniosa, dinámica, atractiva y poco convencional para los estándares de las
nuevas narrativas del cine mexicano. Está repleta de diálogos que parecen huecos
pero cargados de mucha ironía. Me recordó – guardando las proporciones - a ese
retrato generacional, también en blanco y negro, realizado por Fernando Eimbcke
denominado “Temporada de Patos”; la diferencia es que Ruizpalacios utiliza
muchos planos fotográficos en movimiento y un recorrido mediante el cual
podemos conocer a varios personajes bizarros de la Ciudad de México.
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