jueves, 30 de abril de 2015

“Zonas húmedas”: Cine que entra por el estómago



Por: Jaime López Blanco

Sorprende que una película como “Zonas húmedas” (Wetlands, Alemania, 2013) se distribuya y exhiba actualmente en las salas comerciales de nuestro país, ya que es una cinta de latitudes poco comunes para nuestras pantallas; porque nada tiene que ver con el cine moralino producido, en diversas ocasiones, por Hollywood y; sobre todo, porque se trata de un argumento transgresor y subversivo, opuesto a lo considerado políticamente correcto.

“Zonas húmedas” nos presenta a una anti-heroína de nombre Helen quien, a raíz de la presión de su madre en cuanto a las reglas de higiene, en especial las relacionadas con las partes íntimas de su cuerpo, decide desafiar todos los tabúes acerca del aseo personal y disfruta de las cosas escatológicas que va conociendo: se masturba con verduras; fantasea con una orgía muy peculiar; acaricia a los animales de las alcantarillas que se alimentan de la inmundicia humana; etc.

El look visual del nuevo largometraje de David F. Wnendt es juvenil y luce atractivo, sin embargo, no descubre el hilo negro. Algunas de las secuencias que se observan -sobre todo al principio- cuando percibimos muy de cerca la consistencia de algunas bacterias, son CGI, las cuales ya se habían mostrado, de forma similar, en algunos capítulos de la serie televisiva “Dr. House”. Eso sí, el relato funciona y resulta eficaz para generar algunas carcajadas en las audiencias acostumbradas a otro tipo de historias.

La actriz que interpreta a Helen, Carla Juri, es el mejor acierto de “Zonas húmedas”. Otorga carisma, naturalidad y frescura a un personaje de las mismas características. Jamás parece falsa o sobreactuada en su interpretación; ilumina la pantalla (en diferentes momentos sólo con su traviesa sonrisa). Su Helen es una especie de Amélie pero en su lado más transgresor.   Lo malo ocurre con el desarrollo y desenlace que el guión le adjudica a su rol: a Helen la colocan en una situación de codependencia y conflicto melodramático que dan al traste con esa libertad y seguridad que, al inicio,  nos habían planteado y con las cuales cautiva de entrada.

También entorpece a la película una historia de amor muy convencional, haciendo menos rebelde el discurso que se pretendía vender. No obstante ello, “Zonas húmedas” entretiene por su buen ritmo y algunas secuencias visuales poco tratadas en el celuloide. A falta de historias más interesantes en la cartelera comercial, “Zonas húmedas” es una buena opción para descansar de la rutina de blockbusters o remakes de cuentos de hadas que hoy en día invaden las marquesinas nacionales. Eso sí, se recomienda verla pero sin tener en las manos un plato de nachos extra queso o de otros alimentos cuyas texturas sean muy parecidas a las de esas sustancias viscosas que salen de nuestros cuerpos cuando tenemos relaciones sexuales o vamos al baño.   

Trailer

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