jueves, 19 de octubre de 2017

PACÍFICO | Reseña


Por Eduardo León.

El cine es considerado actualmente como un medio de entretenimiento. Una forma para despejar la mente abatida por la rutina. El cine es un artificio que en esta contemporaneidad se ha bifurcado hacia distintas tendencias y temáticas que mesmerizan a los espectadores.

Géneros como la acción, la aventura, el terror, la comedia o la ciencia ficción llegan a las salas de cine en formatos de 3D, 4DX o IMAX para embelesar a nuestras retinas y enflacar nuestra billetera. Hemos sido acostumbrados a lo impetuoso, a lo inconcebible; a una trama que avance rápido y no tropiece.

La cineasta Fernanda Romandía, intenta suprimir de la pizarra cinematográfica aquellas pautas del cine masificado y dirige una cinta que si bien no logra abarcar una cabida trascendental dentro de nuestra experiencia cinéfila, propone un discurso contemplativo para deslindarnos un poco de la habitualidad y la mecanización.



Pacífico, película del año 2016 y próxima a estrenarse, traza la historia de una familia y sus allegados que coexisten en las tórridas playas de Puerto Escondido Oaxaca. La película es una exploración en la cotidianidad de aquella parentela alejada de las asfixiantes urbes y de todo progreso tecnológico. Una indagación por parte de una pequeña de nombre Coral, la complicidad con los suyos y con su entorno.

La historia que pretendía ser un documental, se transformó en un largometraje de setenta minutos en donde los sentidos son mitigados por el silencio. Los planos enteros, la cámara estática, los puntos de fuga, la ley del horizonte y el juego con las proporciones de los objetos en los encuadres conforman un interesante contexto de una cautivadora vida costera.



Los personajes van y vienen por una playa virgen en donde los artilugios tecnológicos no han sabido acomodarse en el bolsillo de sus habitantes; en donde los albañiles se hidratan con litros de refresco mientras cimientan una obra; en donde el recreo se disfruta con el desgaste físico y con juegos tradicionales con los compañeros. Una ribera franqueada por rocas tersas y un oleaje fastuoso en donde las pisadas sobre la arena llevan el ritmo de una tenue sonoridad.

La película Pacífico comprendida por un 80% de ficción y el otro restante de espontaneidad en los participantes, realizó su filmación en tres años cuya propuesta nos sugiere una excursión a la sencillez y al reposo. Sin embargo el proyecto pintaba para concebir una trama mucho más intimista y turbia teniendo un deleitoso ecosistema a sus espaldas.



Una cinta que juega con la docuficción; con la narrativa simple, tardía e irreflexiva representada por personajes desprovistos de empatía con el espectador en un paseo por las cálidas ocupaciones de los implicados y la poesía que se pronunciaba de la boca de uno de ellos. De altos espíritus es apreciar las cosas altas, decía Cervantes y el personaje de la película. Al final sólo me quedo con aquella expresión.




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