martes, 19 de diciembre de 2017

Cuando los Hijos Regresan | Reseña


Por Eduardo León



La familia. Un puñado de individuos entre mezclados biológica y emocionalmente. El cobijo de la morada, en donde se conforma nuestra personalidad y carácter entre pláticas, carcajadas, almuerzos, enseñanzas, abrazos; disgustos, llanto, despedidas, y el acarreo de toda aquella fracción de vida, atiborrada en nuestro inconsciente.



El cineasta Hugo Lara filma una historia centrada en el reflejo de nosotros mismos. Una comedia mexicana en donde conocemos a los Irigoya; un matrimonio cálido y meloso que se ve obligado a dar la bienvenida (por nueva cuenta) a sus desequilibrados y aniñados hijos: Carlota, Chico y Rafis que con sus respectivas familias vuelven a casa de sus procreadores a poner la situación patas arriba.


En locaciones como Santa Fe o el Kiosco Morisco de Santa María la Ribera, la historia se desenvuelve en las problemáticas de los hijos, que en su edad madura sugieren no haberse deslindado de sus padres. La infidelidad, el egocentrismo y el cruce del umbral hacia la adultez y la responsabilidad, son las situaciones con las que tropiezan los mallugados frutos de los Irigoya. 

Carmen Maura y Fernando Lujan son los patriarcas del yugo familiar. Cecilia Suárez/la mártir; Erick Elías/el exitoso reprimido y Francisco De La Reguera/el cerebrito, son los achispados retoños. Irene Azuela/la egocéntrica; Esmeralda Pimentel/la temerosa; Takato Yonemoto/el racional y Eduardo España son los que completan el coctel de talento reclutados por Lara.


Con una producción notable; una fotografía apacible y una ambientación muy al estilo de las cintas navideñas o veraniegas como Mas Barato por Docena, el recorrido de la historia y de las problemáticas de los personajes se van atando en su predecible guión con momentos inventivos de humor, unos más disfrutables que otros.

El México retratado en la cinta, pareciera ser un vecindario de alguna ciudad al otro lado del muro. Una ciudad afable y burguesa en el que el desenfoque oculta la otra careta sucia y sometida de México. La complicidad entre los actores crea una empatía con el espectador y les proporcionan cierto vínculo con cada uno de los rostros principales. 


El largometraje próximo a estrenarse el 21 de diciembre, es una cinta motivacional que nos trata de dar una enseñanza sobre las construcciones familiares, sociales y el inicio de una labor introspectiva con nosotros mismos. 

Un relato que busca unir a la parentela en esta consumación invernal, y dobla de la risa a los asistentes. O al menos eso quiero pensar, luego de haber escuchado las risotadas de una mujer detrás mío, durante más de la mitad de duración de la película.

Trailer


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