Por Mei.
En los últimos años, las cintas de terror han tomado una formula compuesta de jump scares casi como requisito para entrar al género, pero una película que no ofrece lo mismo podría ser arriesga y refrescante (o caso contrario, decepcionante). El director Travis Zariwny lo sabe perfectamente y previamente ha demostrado que su fuerte son las escenas gore, pero en esta ocación, descompensa los puntos a su favor en un mal manejo de historias dejando algunos hoyos argumentales sin resolver.
El Demonio de Media Noche (The Midnight Man) comienza con un flashback situado en los años cincuenta con un grupo de niños siguiendo reglas específicas para invocar a un demonio. Dos de los niños son asesinados violentamente y Anna es la única sobreviviente de esa noche. Regresamos a la actualidad para descubrir que Ana (Lin Shaye) es una mujer mayor con aparente demencia y cuidada por su nieta adolescente Alex.
Por una petición, Anna, Alex y su amigo Miles, entran al ático donde encuentran la caja que contiene las reglas de años atrás. Anna, aterrada al ve quer han abierto el juego nuevamente, recurre al Doctor Goodberry (Robert Englud). El demonio es presentado como una criatura de la mitología pagana que le gusta castigar a quienes lo invocan a través de la vívida proyección de sus peores. Pronto se dan cuenta que se han metido en una situación sobrenatural y que Anna y el Doctor están más involucrados en el juego de lo que esperaban.
Desafortunadamente la cinta no aporta nada nuevo al género y se queda en la categoría palomera. La larga lista de pasos a seguir para el ritual y la repentina aparición de los personajes sin una explicación más allá de mera conveniencia situacional, hacen sentir por momentos que la historia es una adaptación cinematográfica de una creepypasta. Los personajes parecen no tener sentido común, conviertendose en predecible sus acciones, haciendo exactamente lo contrario a lo que sería una reacción natural de cualquiera de esas situaciones. A pesar de las fallas narrativas en el filme este no se hace tedioso, gracias a las actuaciónes de Robert Englud, el amado Freddy Krueger, y Lin Shaye (quien sigue demostrando ser una actriz inigualable).
Visualmente es atractiva y con referencias a otras cintas de terror de culto. Podemos decir que parece una película de Serie B por la cantidad de sangre en sus secuencias violentas, desmesuradas y sin sentido. Será algo agradable para aquellos que optan por de lo sádico, sin importar tanto el argumento.
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