jueves, 5 de abril de 2018

La 4ª Compañía. Todo se puede corromper.




Texto y fotografías por Carolina García.

Como pintura surrealista de la época sexenal de López Portillo y después de casi dos años de espera, llegó a las salas del séptimo arte La 4° compañía, película triunfadora en la pasada entrega del Ariel, dirigida en dúo por Amir Galván Cervera y Mitzi Vanessa Arreola, protagonizada por Adrián Ladrón, Manuel Ojeda, Juan Carlos Flores y Juan Carlos Valencia.

Una cinta que se remonta en el mundo setentero, Zambrano (Adrián Ladrón) es un ratero de autos, quien anhela entrar al equipo de la camiseta azul Los perros de Santa Marta, a lado de los presos que llevan el mismo nombre de su penitenciaria. El espasmo fílmico estalla con la entrada de Zambrano al equipo de americano, luego de saber que al cubrirse las calles del sombrío de la noche Los perros de Santa Marta son La 4ª compañía, controlados por el vicio de la corrupción mediante figuras de autoridad de El Chaparro (Manuel Ojeda), quien a diferencia de actuaciones anteriores, adquiere un papel antagónico en la película teñida de tintes viscerales y sumergida en el orbe del crimen organizado.

El proceso de producción, comentaron sus realizadores en conferencia de prensa, se vivió en medio de una atmósfera atípica dentro de la penitenciaria, el universo de éste, un tanto contingente, con un proceso de manufactura muy accidentado, un rodaje muy difícil que se filmó dentro de una cárcel donde los tiempos de un gran trabajo era difícil cumplirlos.


La dupla que dirigió la cinta nominado a múltiples premios contó la experiencia de haber trabajado de esta manera, sostienen que el resultado del filme fue colaborativo. Los directores encontraron la conexión necesaria no sólo en la historia, sino con los actores, una apuesta de cine mexicano crudo que demanda hechos judiciales, además del nepotismo en los gobiernos.

Lo que le da el tamiz somos los seres humanos, así como la cárcel la destruimos como institución los seres humanos, somos los que construimos o destruimos la balanza, de eso trata la película (…) retomo una frase de Joseph Campbell, la virtud y el vicio tienen el mismo origen… todo se puede corromper… hasta en el deporte, afirmó Vanesa Arreola

Bajo el mote del más politizado, Adrián Ladrón (ganador del Ariel a Mejor Actor por el mismo filme), menciona la importancia de la película en tiempos mexicanos hoy día, la irrupción de leyes por la misma sociedad, por el crimen organizado en coalición con el gobierno, un sistema quebrantado.


…una película necesaria para hablarnos de dónde venimos, de quiénes somos como sociedad y de los hechos que nos han marcado, (…) un amigo dice que uno de los momentos más importantes que ha tenido este país es el asesinato de Luis Donaldo Colosio porque él dice que si una persona asesina a un candidato a la presidencia de la República y no pasa nada, es un permiso para que todo mundo haga lo que quiera, permiso para la impunidad, mencionó Adrián Ladrón.

Un rodaje envuelto de metáforas, el cual hace un juego con la descomposición y perversión de las instituciones, su enviciamiento y la destrucción que conlleva la misma para el pueblo se estrena en el Centro cultural José Martí, colectivos culturales que se dedican a la difusión de cine mexicano y complejos como Cinépolis y Cinemex.

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