Debo admitir que no soy aquel cinéfilo que en su acopio
de entradas al cine aparezcan títulos de Marvel o de su contendiente DC. El
último ticket comprado fue el de X-Men: Días Del Futuro Pasado, pues poco es el
interés sobre el contexto de cada una de las ficticias hazañas y universos.
Con inexistentes expectativas y con harto cansancio ocupé
una butaca esperando a que el divulgado y querido antihéroe abofeteara mi
desaliento ante una sala repleta de ansiosos fans de la cinta. La secuela dirigida por el estadounidense David Leitch
(actor, doble de riesgo, escritor y productor), estructura el segundo metraje
del mercenario Wade Wilson, en el que la historia se amalgama en la
humanización del utópico personaje interpretado por Ryan Reynolds.
En este segundo volumen el melancólico Deadpool se ve
predestinado a resguardar al refrenado infante piromaniaco Russell, de la
fulminante y colérica presencia de Nathan Summers/Cable. En una lucha externa y
personal que transgrede realidades dispares hasta fracturar la tan mencionada
cuarta pared.
La película con una propuesta tan simple, plasmada por
sus “flojos escritores” (entre ellos Reynolds), explota la emotividad como uno
de los actantes útiles en la cimentación del contexto, psicología, motivos de
los implicados y articulación del desarrollo narrativo. Pues la historia no sólo se desenreda sobre una suave
premisa que directamente simpatiza con el espectador, sino que acelera
impetuosamente el trote de su argumento con el grandioso compendio
cómico-referencial plasmado en su laborioso guión.
Pronunciando chistes sobre Logan, Batman, Harry Potter,
Chespirito, Coco, Superman o hasta la mofa directa a los guionistas y
producción de la película; es el deleitoso bacanal de cultura popular que todo
espectador agradece y lo manifiesta en carcajadas desmedidas.
Easter eggs y emociones que en un inicio pueden ser mejor
saboreadas por aquellos fanáticos del universo geek, pues el inmaduro
mercenario vestido de juguete sexual bailotea en variados escenarios
ocasionando “involuntariamente” uno que otro crossover.
Leitch con su experiencia como stuntman y luego de haber
filmado Atomic Blonde, regresa para
volver a compartir un ejemplar de la ajetreada violencia fílmica que aturde nuestros sentidos con escenas de
acción brutales. Riñas en las que la simpleza del súpervillano se envuelve con
el ostentoso CGI, induciendo a la audiencia en una misión con altas y
refrescantes líneas de adrenalina.
A este robusto pilar de comedia, acción y aventura
sumémosle la inclusión de superhéroes que con efímeras participaciones se convierten
en fichas memorables, pues se trata de un primer vistazo a los X-Force; el equipo de mutantes reclutados
por Deadpool.
Con habilidades “absurdas”, estilos muy adecuados y
personalidades sublevadas son las características de la irónica facción de
“héroes”. Domino, interpretada por Zazie Beetz, es una chica ruda que con su
poder de salir ilesa gracias a su “suerte”, gana la atención de los asistentes
y le adjudica otro mérito a la esperada secuela.
Deadpool 2 es un largometraje sumamente ágil, de plácida
digestión en el que 20th Century Fox, pone a nuestro precepto una exaltación de
violencia audiovisual en slow motion y la re-invención del entretenimiento
atada a una ingeniosa propuesta que se regenera a risotadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario