Por
Carolina García.
Del
negro al color, entrañado a lo verde, a lo azul, a la naturaleza y al viaje en
sí mismo. Al recóndito e insoportable reflejo del ser, del que huímos y al que
encontramos en cada partícula después de mirar al reflejo, del pasado y del
actual...
La
ópera prima del director Juan Pablo Blanco emigra al inframundo en un
periplo de lo íntimo, vislumbra una parte de él mismo para proyectarlo desde la
manufactura mexicana.
Un
cameo del director con apenas unas líneas de diálogo, la estructura a golpe de flashbacks,
de la infancia que quebró su figura como hombre, Gerardo (Juan Pablo Blanco), el explorador, su niñez forjada en desprecio, rodeado de la
inestabilidad humana evocada en depresión. Emma Escalante, la mujer en
el desengaño, la madre rota y la némesis de su hijo.
Pasados
poco más de quince minutos, la trama se discierne, Felipe se llama el sujeto a
cuadro, para después enterarse del juego con las regresiones del pasado, de la
evolución del personaje. Luego se dennota el esperpento que puede ser la etapa
blanca, atiborrado de sangre, de odio. Para escupir en la adultez y terminar de
fallecer en vida después de la huída de la que fue su novia.
El ya
galardonado en la Ciudad de México por el Festival de Cine Kinoki, busca
entre la naturaleza escondida envuelta en lugares misteriosos del México
anónimo, al que pocos han pisado. Una metáfora entre los animales puestos para
la caza, el alce y el conejo, puestos para la captura.
Una
analogía entre la privación de libertad, el conejo atrapado en la jaula, el
hombre atrapado en su ser. Patricio Pasquel, en la piel de Gerardo
infante, entrega una visión verósimil, taciturno, hecho fuerte a ratos, hecho
triste a otros tantos.
Blanco
embarca una imagen orgánica, con rasgos de una vida documental, puesta con la
cámara en mano, cuadros movidos sin pena convirtiendo la historia en una
compartida con la verdad. El primer largometraje del mexicano despliega un
viaje a las ataduras del pasado en el ser humano, desenvuelve los sufrimientos
encarnados y vividos de años atrás con una semblanza hecha a lo interpretativo,
sin dejar lo personal a un lado.
La
jaula llega a cartelera a partir del 19 de octubre, en
colaboración con Calouma Films, un cine de goce visual, pictórico, y de
perspectiva en cada cerebro.
Trailer
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