Por Oswaldo Magaña.
¿Cómo vivir un duelo
cuando se es niño? Nadie nos enseña a interiorizar los problemas y aprender a vivir en la resiliencia. Mucho
menos cuando se es adulto. Restos de viento
de Jimena Montemayor (En la sangre, 2012) es una película que
trata sobre Carmen (Dolores Fonzi) y
sus hijos Ana (Paulina Gil) y Daniel
(Diego Aguilar) quienes ante lo
inevitable, se empeñan en hacer de cuenta que ya no está su padre. Carmen se
encuentra ensimismada en sus propios recuerdos y pensamientos sobre lo que ha
ocurrido.
Los pequeños Ana y
Daniel dentro de su mundo infantil, tratan de asimilar lo que ha sucedido y se
mantienen unidos a su madre. Esto ayuda a Carmen a no derrumbarse. De pronto,
Daniel comienza a vivir algo que raya entre la imaginación y lo sobrenatural, que
le permitirá entender y también a su hermana, que a veces es mejor dejar ir
aquello que los hiere.
Narrada con un estilo que
parece confuso en la primera mitad, dejando solo para el espectador estas huellas
de momentos en un tiempo indeterminado dentro de la vida de esta pequeña
familia, se nota de inmediato que Montemayor quiere hablar de sentimientos
callados, de expresar tal vez, su propio duelo. Y lo hace denotando aquellos
fantasmas que aún los acompañan y que solo ellos podrán dejar ir.
Esta forma de adentrar
al espectador en la vida de esta familia, con una narrativa elaborada a base de
cortes en el tiempo, representa una manera creativa de asomarse a pequeños
instantes que quieren dar a entender cómo tratan de regresar a la normalidad y
evadir, sobre todo Carmen, el duelo por el que deben pasar debido a la ausencia
del padre.
Vemos la convivencia
entre dos mundos, del Adulto y de los niños. El espíritu que ve Diego representa una forma
de lidiar con la realidad, de modo que evoca todos los restos de vivencias que
giran en torno a su padre. Y que representan también aquella incertidumbre y
miedos que surgen a su corta edad, al saber que él ya no está. Ana por su parte
se encuentra triste y enfadada al tiempo que trata de lidiar con su pubertad.
En el segundo acto nos
adentramos de lleno en sus vidas y comienzan a surgir los rasgos del
descontrol. Vemos, al ritmo de Las
simples cosas, en una bella secuencia que representa el fallido intento por
remontar, como el mundo de aparente quietud que vive Carmen, se desmorona. A
partir de aquí todo es más claro.
Cuenta con una
actuación más que notable de parte de Dolores Fonzi y los pequeños Paulina Gil
y Diego Aguilar, este último sin experiencia alguna en la actuación. La edición
(Ana Laura Castro) es a tono con los
deseos de Montemayor por mostrar su visión y lo logra. Es el segundo
largometraje de la directora quien va por buen camino ya que no se deja llevar
por las convenciones de la narración visual.
Restos de Viento nos
recuerda que, a veces, la mirada que un niño tiene sobre la muerte nos da
mejores lecciones que nos van formando como adultos y que en su inocencia,
dejan ver aquellos rasgos de la verdadera humanidad y el proceso de
resiliencia, un proceso innegablemente humano.
Trailer
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