Por Diego Rodmor.
Después de coronarse en el año 2014 con la Palma de Oro gracias a su película Sueño de Invierno, el cineasta turco Nuri Bilge Ceylan regresó al Festival de Cannes el año pasado con, El Peral Silvestre, una melancólica cinta que dió de qué hablar dentro del festival y que cuenta con todos esos aspectos que han caracterizado a su interesante filmografía.
En esta ocasión, el director nos muestra a un joven aspirante a escritor que regresa triunfante a su pueblo natal en Turquía para enfrentarse con una realidad que pronto lo hará sentirse abrumado. Pretexto que utiliza en esta ocasión el director para desmenuzar y explorar las complejidades del alma humana.
Los trabajos de Nuri Bilge Ceylan siempre terminan siendo experiencias cinematográficas deliciosas. Sus relatos fílmicos se caracterizan por tener planos largos, una belleza visual peculiar, diálogos prolongados, conversaciones hipnóticas que plantean temas diversos. Todo dentro de un largometraje extenso que bien podría remitir a muchos a las obras más exquisitas de la literatura rusa.
La película inicia con la llegada de Sinan a su pueblo natal en Anatolia luego de haber concluido sus estudios. Pronto nos enteraremos de sus inquietudes como escritor y veremos como el personaje comenzará a cuestionar su realidad. Resulta interesante la forma en la que Ceylan lo expone, el modo en el que nos va guiando, ofreciéndonos una densa cantidad de ideas expuestas mediante una variedad de personajes con perspectivas diversas. Es así como el personaje se confronta con diferentes temas como el amor, la literatura, la religión, entre otros, encaminando al espectador hacia un profundo debate, una constante reflexión sobre la variedad de puntos de vista que analizan una misma realidad.
Al mismo tiempo, el director turco realiza una radiografía de ese pueblo que poco a poco vamos conociendo. Mediante conversaciones entre el protagonista y los personajes que habitan este pintoresco lugar podremos ver cómo estas perspectivas van afectando la propia realidad de Sinan impregnándolo de una incertidumbre ante el futuro que se desarrollará más en el transcurso del largometraje.
Uno de los temas principales dentro de este genial proyecto cinematográfico es la dificultad que tiene el artista para abrirse camino en el mundo real, aspecto que encuentra su punto más fuerte en la conversación que Sinan entabla en la librería del pueblo con el escritor que en algún momento de su vida admiró, mostrando posteriormente de una forma natural, sincera, quizá pesimista, ese duro trayecto al que muchos creadores tienen que enfrentarse.
También es magistral la relación que el protagonista tiene con su padre, columna vertebral de este inteligente, potente, pausado relato. Desde el primer momento en el que retorna, Sinan se ve pronto envuelto en los problemas de su padre y trata de hacer a un lado esas dificultades para conseguir sus objetivos, sus sueños, intentando escapar de un destino similar al que tuvo su padre. Sin embargo esta diferencia generacional, esta idea de la realidad que cada uno tiene, termina generando un constante enfrentamiento que en el tramo final concluye de un modo estupendo, desgarrador, mostrándose como una especie de aceptación de la derrota por parte del protagonista.
El Peral Salvaje es un relato denso que expone una infinidad de ideas de una forma interesante mediante diálogos estupendos y personajes peculiares. Una película imperdible, llena de belleza, que seguro necesitará más de una revisión y que seguro en cada una de ellas habrá un mayor descubrimiento debido a la profundidad de su propuesta.
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