Por Oswaldo Magaña.
Pocas son las películas que
te mantienen al borde del asiento. Hotel
Mumbai: El Atentado lo hace, de principio a fin. Es un drama que cuenta los eventos que se
desarrollaron durante los atentados coordinados en 2008 en la ciudad de Bombay,
India. Y muestra cómo un grupo de terroristas islámicos toman entre otros
lugares al Hotel Taj Mahal al sur de Mumbai (como se conoce localmente).
Ahí se desata el terror
entre los huéspedes y trabajadores del hotel quienes son
asesinados a sangre fría por este grupo de terroristas. La historia es contada
con un tono crudo y sin inhibiciones. Es innegable que el trabajo de Anthony
Maras (The Palace, 2011) en este su primer largometraje presenta muchas
cualidades.
Cuenta con actuaciones muy
bien desarrolladas que resultan verosímiles y sin duda alguna llevan la
película por el camino correcto. Dev Patel (The Wedding Guest, 2018) presenta
una de sus mejores actuaciones. Aunque a primera vista pareciera un drama más
sobre atentados o eventos reales que maneja clichés y situaciones de heroísmo
absurdo, Maras lleva al espectador verdaderamente al centro mismo del terror
psicológico, con dosis de suspenso y crudeza.
La fotografía es nítida,
contrastante por momentos, lo mismo maneja los ocres que los grises, verdes, dorados
y aprovecha las locaciones con encuadres que te ponen en el lugar de los
personajes. Los movimientos de cámara son notables. El ritmo del film es
constante pero no escatima en hacer esperar al espectador.
El sonido sin duda es
imprescindible, ya que en estos días están de moda los “balazos fuertes” (John
Wick) para generar un impacto mayor en un público al que ya no le impresiona
nada, en esta película considero que es un acierto ya que para recrear lo que
vivieron los rehenes de estos lamentables hechos el sonido es la clave.
Una parte del film puede
mirarse como una crítica que subyace por debajo del argumento y que revela ese
esclavismo moderno en que caen los grandes hoteles y emporios en aquel país. En
donde los empleados deben y tienen que consentir a los clientes y cumplir sus
caprichos por absurdos que estos sean. Seguramente Maras no tenía esa
intención.
Esta mirada del director
sobre un hecho que en si mismo fue tan violento deja al menos entrever la
manipulación de los más jóvenes a manos de grupos religiosos extremistas para
quienes sus vidas no significan nada. El fanatismo, la pobreza y la ignorancia
siempre son la mezcla perfecta para calamidades de este tipo.
Trailer
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