miércoles, 18 de septiembre de 2019

Ad Astra: el humano en crisis | Reseña


Por Carolina García.

La herencia filogenética del ser humano, donde resguarda un inmenso temor por la soledad, es capturada a través de la visión de James Gray a partir de un antropocentrismo que afirma al hombre (como especie) como el único habitante del cosmos.

Brad Pitt (Roy McBride), una vez más, hace lo suyo para salvar a la humanidad, en esta ocasión, aterriza en una unidad espacial y es ‘usado’ por SPACECOM como un medio para acabar con las descargas cósmicas que atacan a la Tierra ocasionadas por un proyecto fallido —Lima— para encontrar 'inteligencia extraterrestre’, ¿no es esto egocentrismo humano? Pretender dominar todo aquello que lo rodea y afanarse en ello hasta que termina por estallar en la locura, o al menos así denota el papel de Tommy Lee Jones pues, para darle el sentimiento "necesario" a la historia, el que dirigió ese proyecto fue el padre de Roy —el rey del universo—, el primero en llegar a Neptuno, como si ésa primicia diera pauta para el apropiamiento de la naturaleza, del espacio no creado por ningún hombre y aun así gusta de adueñarse de aquello que jamás le ha pertenecido

La crítica humana y social permea en su sentido más literal durante los pocos más de 120 minutos de rodaje, se sabe al hombre como un devorado de mundos, que muda del caos en el planeta y huye para contaminar otra atmósfera: venta de comida ¡en la luna!, como de almohadas a precios estratosféricos ¡dentro de una nave espacial!, parece un retrato de lo absurdo, pero es el rastro de un capitalismo bestial, de una industrialización que ha deshumanizado.


¿2001? A mí me recuerda a una narrativa, más bien, muy Gaspar Noe con Love, que se viste con voz en off como recurso de introspección, al tiempo que ésta se vuelve un personaje protagonista pues sin ella, la historia se contaría a casi nulos diálogos y se conocería al personaje principal de otras maneras, por otras vías. Aunque bien es cierto que el pensamiento de Roy, en la Tierra y en su viaje al cosmos, cae en lo reiterativo al punto de que avanzada una buena parte del film esa voz interior se tendría que permitir otro relato o deshacerse de éste, pues sólo remarca lo que en el planteamiento ya se ha dado a conocer. Lo mismo sucede con la gesticulación angustiosa de Brad Pitt que no cesa y ni siquiera se difuminan al término, precisamente es esta crisis humana que mantiene al personaje en una ruptura de su equilibrio. 

Y en el relato que toca al hombre, inmerso en la funesta humanidad que vive bajo violencia y desabastecimiento de recursos, se le da un poco de ese olvido a través de una naturaleza falsa, proyectada en pantallas, mares intangibles y flores que no pueden olerse, los ajustes en el cerebro de Roy con la suplantación de lo real por lo artificial. 

Aunque repetitiva en su discurso —oral—, Ad Astra es una plasmación cinematográfica de las crisis que enrollan la vida del ser humano, ahonda en ese afán por la ambición obscena del capitalismo llevada al espacio, de ataques con armas de fuego en medio del cráter lunar, pero sobre todo, esa succión del recurso natural, representado con la copia de la Tierra al borde del colapso en el universo suplantada por tierra fértil a punto de convertirse en otro mundo de devastación… ¿Para eso el querer de la exploración en la bóveda celeste? No lo dudo.

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