Por Eduardo León.
¿Alguno de ustedes se ha llegado a embaucar en una relación tóxico-amorosa? Sí, de esas que están muy de moda en las que alguno de los dos pierde fácilmente la razón cuando ve a su pareja bailar con otro sujeto, o platicar demasiado por WhatsApp con alguna conocida del trabajo. Inseguridades a final de cuentas, ¿no?
Ahora imaginemos esta ausencia de confianza en un matrimonio casi perfecto, que subsiste dentro de una jaula de oro, rodeado por lujos, música y arte. Una complicidad, un juego moral donde las decisiones egoístas detonan un desastre; como derrumbar una torre de cartas o tumbar una hilera de fichas de dominó. Actos que pueden llegar a perjudicar a terceros.
Pues de esta locura e inseguridad desmedidas (de las que muchos en verdad raramente disfrutan), se agarra el cineasta Jorge Michel Grau; director de Somos lo que hay y México bárbaro, para estrenar su más reciente filme titulado Perdida. Un remake de La cara oculta, película colombiana del año 2011.
La historia escrita por Anton Goenechea y Hatem Khraiche (quien también fue guionista de la cinta del 2011), ocurre en un México contemporáneo donde Eric, un director de orquesta, es abandonado por su atractiva esposa Carolina sin dejar rastro alguno, excepto una video despedida. En su tristeza amorosa, Eric conoce a Fabiana, una joven y peculiar mesera que aparentemente será el reemplazo de Carolina.
Evidentemente desde el título, podemos intuir que la policía tendrá un peso sólido, y la trama se moverá entre descubrir una desaparición y mostrar ese otro lado de las relaciones afectivas humanas; cuestionándonos sobre la verdad, los secretos y el egoísmo, mientras avanzamos tranquilamente sobre una constelación de misterio y frialdad.
Durante toda la acción narrativa, a pesar de tener algunos momentos inverosímiles y graciosos que fracturan el suspenso, Michel Grau toma elementos de la arquitectura, la sinfonía, el arte y los reflejos para cautivar al espectador y sujetar su interés en las intenciones de cada uno de los personajes. “Me puse como regla, una película muy sofisticada, muy elegante en su puesta en cámara y en su tratamiento”, mencionó el director sobre la estética del filme.
La cual se percibe como algo interesante cuando se recurre a encuadrar el espacio para representar el peso de la ausencia y la soledad en medio de la opulencia. Somos inquilinos de un inmenso, arreglado e imperturbable hogar en el Desierto de los Leones, donde observamos la intimidad de una pareja, sus problemáticas y su abandono. La casa se convierte en un personaje y el ambiente de riqueza, “amor” y soledad, nos provocan ir armando un rompecabezas psicológico sobre el carácter y decisiones de cada uno de los implicados.
Tomando como referencia el cuento Barba Azul, del escritor Charles Perrault (sobre una joven que se ve seducida por la riqueza de un hombre, el cual esconde un macabro secreto), el director construye meticulosamente la historia, con hartos simbolismos como el agua, la casa transparente, los espejos e inclusive algunos hilos políticos como la matanza de Tlatelolco y la vida del ex presidente López Portillo.
Estos aspectos sutiles podrán ser mejor identificados al volver a ver la película y tener ya en mente hacia dónde se dirige la historia. Sin embargo, también convergen en la propuesta cinematográfica, la cual se reconoce como algo nuevo dentro de la trayectoria del cineasta; es con Perdida con la que Michel Grau explora el género del thriller y pretende llegar a otra audiencia a través de un cine con fines meramente comerciales.
Con talentos como José María de Tavira (Eric), Cristina Rodlo (Fabiana), Paulina Dávila (Carolina), Luis Fernando Peña (Vilches) y Juan Carlos Colombo (Benitez), Perdida se convierte en aquella opción en cartelera que entretiene por sus valores de producción, su refinada fotografía y por su giro dramático. Pero que, a pesar de sus aciertos, no trasciende en su totalidad al abandonar la sala de cine; más que en algunas secuencias, como cuando en medio de la tormenta comienza a sonar Soda Stereo, y pues, ¿a quién no le pone de buenas escuchar en el cine y recordar al gran, gran Cerati?
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