Por María Lavanda.
Stéphane (Damien Bonnard), un agente de policía, es trasladado a uno de los barrios más pesados de París, donde debe ejercer el orden social. Junto con sus compañeros de patrulla, Gwada (Djibril Zonga) y Chirs (Alexis Manenti), debe no sólo reconocer los puntos clave de pandillas de su zona, sino cómo se deben solucionar las cosas en los suburbios, así como la manera de darse a respetar.
El largometraje está situado en la época actual en Montfemei, suburbio controlado por afroamericanos y libaneses, mismos que te alimentan culturalmente durante todo el filme contrastando usos y tradiciones. La cinta de Ladj Ly, es como si se leyera una obra impresionista, cuenta con símbolos iconográficos que apoyan y remarcan referencias históricas clave, puntos de fuga y sobretodo, cada plano es un lienzo para disfrutar en cada momento de los paisajes y edificaciones que nos ofrece el director durante toda la cinta.
Como dato cultural se sabe de la vida de criminales peligrosos, que en su mayoría se crían en la austeridad, con mil hermanos, donde sus padres forman una especie de comuna para protegerse a sí mismos de la ley y el orden, por supuesto, las condiciones de pobreza en las que viven estos individuos, es destacable en su mayoría y es justo una de las principales razones por las cuales se dedican a lo que son.
Los olvidados de Dios les dicen, por no ser o tener la fortuna que el ciudadano común genera para poder vivir cómodamente en sociedad, así es cómo Victor Hugo (dramaturgo 1802-1885) describe a estas familias en su novela Los Miserables, misma que inspira de manera indirecta a ciertas frases y detalles de la película, más no al filme por completo.
Sin duda, el Director francés nos ofrece una festividad intercultural para tomar en cuenta los gustos y costumbres de cada grupo, hasta el más mínimo detalle logra introducir con éxito a cada minuto de la cinta, dándose incluso el gusto de utilizar un dron para diversas tomas panorámicas, volviéndolo al mismo tiempo, un personaje esencial dentro de la trama.
Tomando en cuenta el giro de este drama, se arriesga a ocupar referencias sociales que podemos fácilmente referir a ciertos comportamientos de la gente, pero de mencionarlos o generalizar, puede llegar a ser una ofensa. Ly, lo hace de una manera cautelosa y muy profesional, regalándonos escenas originales del mundial de futbol 2018 en el Arco del triunfo, donde se ve la euforia pambolera de los fanáticos, se pierden entre colores blanco, azul y rojo, y todos celebran sin importar su clase social, muchos generan disturbios y se dan a notar, pero no se distingue la procedencia de cada individuo.
Es hasta que un pequeño niño (Issa Perica), se aleja del aglomeramiento y te introduce a su olvidado barrio, al cual tiene que subir, escalar, montar, pero casualmente, él se siente en casa una vez que reconoce sus frías calles, a diferencia del policía nuevo (Damien Bonnard), quién recién llegado de la Ciudad se percata de la forma de imponer respeto de sus compañeros a los ciudadanos, atemorizando y utilizando la fuerza para que más bien vean con quién no meterse.
Si bien la historia cuenta con un punto climax, donde comienzas a ver actuar a las dos fuerzas: el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, políticamente hablando, el director nos sorprende al final con una verdadera moraleja, nos introduce tanto a la vida de estos seres olvidados que en efecto, se logra empatizar con los personajes.
Una bengala, un balón, cultura, la tecnología de primer mundo y más, son detonantes de la realidad que muchos no pueden ver. No se trata del triunfo del bien sobre el mal, se trata de quién obtiene el poder, el respeto. La sed de controlar al ser humano hace olvidar a nuestro protagonista lo más importante, a él mismo, y sobretodo, a aquellos que lo alimentan y lo vuelven su protector o su líder.
Los últimos 30 minutos de la película te mantendrán al filo del asiento viendo, como era lo esperado, una sociedad derrumbándose. El filme en definitiva, nos muestra de manera gráfica, el significado de Revolución. Una excelente competidora por la estatuilla a Mejor Película Extranjera y por ende, merece una gran mención y reconocimiento. Generará en el espectador, polémica, conciencia y reflexión, pero sobretodo, te pone frente a una realidad poco aceptada y desconocida para muchos.
En un planeta dividido por la sed de poder, Los Miserables (2019) justifica muchos comportamientos humanos e incluso, invita a analizar nuevamente ¿Quién es el bien? ¿Quién es el mal? ¿Por qué?
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