Por María Lavanda.
El director francés, Stéphane Brizé nos involucra en una lucha de poder entre el proletariado y el grupo burgués a partir de una fábrica de autopartes de origen alemán, la cuál, decide cerrar sin más ni más y dejar a un mínimo de 1100 trabajadores sin empleo. A consecuencia de esto, deciden levantar la voz e irse inmediatamente a una huelga exigiendo explicaciones específicamente de los directivos alemanes, puesto que tras una investigación por parte del sindicato formado, descubren que a los socios de la empresa se les subió el sueldo ese mismo año.
El largometraje te lleva directo al clímax, dando a entender que el punto a analizar no es el por qué se ha cerrado la fábrica sin previo aviso, sino la acción de sus miles de desempleados para exigir una seguridad económica para ellos y sus familias. Laurent (Vincent Lindon) es quien encabeza este movimiento, a través de la investigación, liderazgo y expresión ante los medios masivos. De no ser el actor preferido de Brizé, a quien hemos visto en la mayoría de su filmografía, pensaríamos que es realmente un padre de familia luchando mientras se documenta su actividad verídica.
Miramos el proceso de Laurent, acompañado de principio a fin todo el movimiento, demostrando lo difícil que es mantener la palabra en cuestión de negocios, así mismo, se observa la ira y descontrol de todos los inconformes, las expresiones de rabia y argumentos por el cual pelean ante esta injusticia, cómo es que eso se convierte en rabietas, empujones y golpes, para llegar a lo peor, la intervención de la policía armada, tratando a los manifestantes como pedazos de madera vieja.
A pesar del descontento actual contra la burguesía, la cual ha sobrevivido a través de los años, se considera de reflexión y empatía. Donde observamos la continua lucha de cientos de personas por no perder su fuente de ingresos, que sean quien sean, o el puesto que tengan, tienen los argumentos suficientes para saber cómo opera su empresa, lo que hay detrás y lo que se genera, incluso saben, que su sueldo no es el que merecen.
La deshumanización reconocida es el primer paso para crear una fuerza de trabajadores mostrándonos el proceso de huelga, el diálogo, el materialismo, por otra parte, observamos también (algo que ya sabemos es real y pasa en todo momento), la importancia vana que los grandes socios, e incluso ministro del estado le dan a estas situaciones, mismas que pasan a cada rato.
¿Cuál es la diferencia? A pesar de ser un pueblo alienado (Karl Marx) y consciente de ello, llega este límite, donde ellos pensando que algún día serían recompensados por esas horas extras que nunca reclamaron, por esas horas de comida que no tomaron, en vez de eso, se quedan sin trabajo, sin importar si tienen familia, si tienen edad para trabajar o no, etc, miles de historias que se las ven igual de negras en el mismo escenario.
Retomando el punto de empatía y por el cual se valora el trabajo fílmico de Brizé, es por mostrar a la sociedad actual el esfuerzo que requiere alzar la voz. No es simplemente llegar a destrozar monumentos públicos, rayar o simplemente dejar de ir a trabajar… es un sacrificio que requiere de investigación, unión, resistencia, e incluso, un gran análisis crítico que mantenga tu ideología firme, sea cual sea.
Tener esta oportunidad de ver cómo se viven estas injusticias desde dentro, nos demuestra que es momento de analizar nuestras alienación como sociedad y preguntarnos si hemos tirado hacia el lado correcto, si lo que buscamos defender son nuestros intereses personales y de sociedad.
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