Por Indira García.
No es la primera vez que Pablo Larraín dirige una biopic, anteriormente fue aclamado por su trabajo retratando a Jacqueline Kennedy en su primer fin de semana tras el asesinato de John F. Kennedy en Jackie, pero en Spencer, Larraín se toma más libertades creativas a diferencia de aquél filme.
La esperada biopic de Lady Di finalmente llegó. Esta cinta dirigida por el chileno Pablo Larraín y protagonizada por Kristen Stewart, es un nostálgico y hermoso retrato de la princesa Diana que existía más allá del título, de la Diana Spencer que buscaba salvarse en medio de la presión que conllevaba ser la persona más querida de Inglaterra.
La vida de la familia real inglesa ha sido siempre un tema de gran interés para el mundo, especialmente cuando se trata de la princesa Diana. El hermetismo alrededor de los detalles de su vida (y muerte) han inspirado varios documentales, pero ninguno tan entrañable y cálido como lo es Spencer.
El pasado y el presente son lo mismo aquí, establece la princesa Diana en los primeros diálogos de la película, refiriéndose a las obsoletas tradiciones que la familia real ha tenido arraigadas por siglos, pero revelando también la fórmula con la que se desenvuelve la cinta. Entre alucinaciones y fragmentos de su pasado intercalados en un fin de semana en navidad con la familia real, la historia se va construyendo y formando una imagen más humana de lo que podría haber pasado detrás de las paredes de aquellos castillos, pero sin dejar de lado que gran parte es ficción. “Una fábula basada en una tragedia real” es el epígrafe con el que comienza.
La Diana que construye Kristen Stewart es maravillosa, su caracterización y actuación ha sido aplaudida por la crítica internacional ya que es imprescindible, nunca antes la hemos visto en un papel con tanto peso y tan bien logrado. Stewart interpreta a una Lady Di que está buscándose a sí misma mientras intenta lidiar con las exigencias de la realeza, en un fin de semana que se dice fue crucial para la ruptura de su matrimonio con el príncipe Carlos.
No es la primera vez que Pablo Larraín dirige una biopic, anteriormente fue aclamado por su trabajo retratando a Jacqueline Kennedy en su primer fin de semana tras el asesinato de John F. Kennedy en Jackie, pero en Spencer, Larraín se toma más libertades creativas a diferencia de aquél filme.
El director juega con el paralelismo de la vida de Ana Bolena contra el de la propia Diana, anticipando el trágico desenlace que todos conocemos, pero obteniendo así una mirada peculiar sobre el papel de las mujeres en la realeza. Asimismo hace discretas críticas, aunque fuertes, a la dinastía y sus anticuadas reglas.
Para algunos podrá parecer una versión caricaturesca de la princesa, sin embargo es un recurso que Larraín sabe usar a su favor para denotar la salud mental, tocando temas como trastornos alimenticios y los pensamientos suicidas de una forma que pueda ser más comprensible a los ojos de terceros.
Durante toda la película la cámara va siguiendo a Diana, a veces en primeros planos y otras con mayor panorama para resaltar los fabulosos vestuarios y el interior del castillo donde se desenvuelve la trama. La paleta de colores se mantiene en sintonía, aludiendo a la nostalgia noventera.
Spencer no es lo que se suele esperar de una biopic convencional (es lo contrario a The Crown de Netflix, que es seria y fría) y eso podría no ser del agrado de muchos, ya que podría sentirse algo lenta y/o fantasiosa. Sin embargo, las actuaciones son suficiente motivo para verla, no solo Stewart brilla en su interpretación. Sally Hawkins, Sean Harris y Jack Farthing complementan a la perfección el papel de Diana y ayudan a formar la imagen completa de la casa real.
La película es recomendable para aquellos que gustan de las historias de la realeza, la nostalgia noventera o que buscan algo tranquilo y diferente para ver.
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