Por Eduardo León.
En el año 2013 entre tantos crímenes indemnes, desapariciones y demás registros de violencia irreal en México, hubo dos en particular en los que el director Amat Escalante encontró aquel grumo de lóbrega inspiración, para esculpir su más reciente largometraje reconocido con el León de Plata en el Festival de Venecia.
El Caso Lucero, acontecimiento en donde la justicia y pena de una mujer fueron ignorados por la pasividad de las autoridades, y el encabezado de un diario en donde se leía Ahogan a putito…, título que se carcajeaba de la tragedia ocurrida a un médico homosexual.
Fueron aquellos incidentes que comenzaron a entrelazarse en la mente del escritor, y conformaron un callejón vacío e intrincado, con trazos indelebles en donde se distinguen palabras como: impunidad, violencia, opresión moral, homofobia, machismo y terror social.
La cuarta obra del mexicano concluida en el 2016, nombrada La Región Salvaje, nos aísla en un suspenso neblinoso, en donde se retuercen los conflictos de Alejandra, Verónica, Ángel y Fabián. Personas cuyos deseos reprimidos provocan una grieta en sus vidas, al ser encandilados por la vital apetencia sexual y el delirio, provenientes de los apéndices de una criatura confinada en un bosque.
Una cinta que recorre los límites siniestros de un México extraviado, visceral y primitivo; que se confiesa en el rostro y voz agobiados de los protagonistas. Sujetos comunes que vagan expectantes por un arroyo adormecedor en busca de su libertad que involucra el más excitante y húmedo deseo.
Amat Escalante concibe su región salvaje en la época de post-producción por la que atravesó su cinta Heli en el año 2013, como él menciona: el proceso de edición es como soñar despierto… A partir de esa memoria y durante el rodaje, Escalante descendió por el acantilado y creó una historia inmersa en los géneros del terror, el drama y la ciencia ficción.
Dando como resultado un largometraje de 98 minutos en el que se respira tensión, demencia y que nos recuerda que el pasado, lo que creíamos olvidado o nos propiciaron a negar, se encuentra más enraizado y voraz que cuando se era infante. Una historia vista desde el perfil femenino y la aberrante opresión que está anudada a los tobillos de las mujeres.
El cineasta dio una zancada significativa en su filmografía. Desde el casting, empleó nuevos métodos de dirección como la búsqueda de inteligencia e imaginación en los protagonistas para la apropiación de sus personajes. La inclusión de efectos especiales; el diseño de un espécimen ideado por mentes mexicanas. La lectura de guión con los actores y la música original realizada por Igor Figueroa y Martín Escalante.
Todo un trabajo en conjunto que recibió seis nominaciones a los Premios Fénix del año 2017 (mejor director, edición, guión, sonido, película e historia de ficción) y que abre una ranura al cine fantástico y tétrico que Amat Escalante tiene pensado escudriñar.
Provoca gusto que el cine realizado en México, describa los actos nocivos de un país al que los demás disfrazan con amoríos, animaciones motivacionales, comedia y carcajadas vacías. Cuya bandera tricolor cobija a una sociedad agotada y surreal. Un panorama donde el bienestar pareciera hallarse únicamente a precepto de un ser ilusorio. Nada va a volver a ser igual…
Videoreseña
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