lunes, 30 de julio de 2018

La Iniciación (Inxeba) | Opinión



Por Eduardo León.

¿Por qué el amor destruye naciones? ¿Por qué el cariño se oscurece con sangre? ¿Por qué se reprime el tibio sentimiento? ¿Por qué deformar al espíritu joven? ¿Por qué descuidarse a sí mismo? ¿Por qué prostituir la autoestima? ¿Por qué no iniciar una rebelión?

Preguntas que se intuyen dentro del primer largometraje escrito y dirigido por John Trengove, en el que la trama se contextualiza en los pastos de alguna región de Sudáfrica. Sitio en donde los adolescentes son enviados a un aislamiento en las montañas bajo la tutela de sus cuidadores, con el objetivo de alistarse en el viaje del hombre o en la etapa viril.

En aquel periodo de iniciación,  Xolani (Nakhane Touré) y Vija (Bongile Mantsai), dos viejos amigos reviven su relación pasional que está sentenciada por el prejuicio social. Cuando un joven iniciante llamado Kwanda (Niza Jay), se percata del apego entre Xolani y Vija, comienzan a surgir cuestionamientos y confrontaciones sobre el rumbo de sus vidas.


John Trengove, decide abandonar los cortometrajes y las series televisivas como Hard Copy (2006), The Lab (2006- 2008) o Bay of Plenty (2007-2008), para hacerse de su primera obra de 88 minutos de duración, que logró colocarse en las nominaciones a mejor largometraje dentro del Festival Internacional de Cine de Berlín en el año 2017.

Con una propuesta naturalista, hundida en el salvajismo de la condición humana actual, Trengove arma una cinta que palpa el romance y el auto-reconocimiento del individuo a través del hallazgo sexual y emocional. Una idea que nos traslada al hábitat nato del hombre en donde el deseo, la libertad y el temor se disputan una riña entre la sigilosa pradera.

Lo interesante del filme, es que el director encuadra la estética visual precisa en sus paisajes, para ofrecer una intimidad y un bramido que salpica la historia de vital expresividad, así como el reflejo de la confrontación enmudecida que cada personaje somete en sus adentros.


Véase aquella secuencia de apetito carnal entre 2 sombras contrastadas con la frialdad azulada del anochecer o el lastimoso sentimiento que resuena y se vigoriza en el desemboque de una cascada. Pero Trengove no sólo conquista con su nativa fotografía, sino que con la cámara en mano unifica su estilo fílmico dentro de una atmósfera “documental”.

Ambiente que nos envuelve en una narrativa altamente visual, misma en la que se expone la semiótica del color, pues el cineasta sudafricano consigue una armonía de colores en pantalla. Tonos que sintetizan la tercia de personalidades; rojo, azul y blanco, son la representación de cariño, indiferencia y revelación.

Aquellos aspectos son los que se articulan muy bien para el desdoble del argumento. Sin embargo, el conflicto e intenciones de la cinta pueden parecer sencillas,  apresuradas y que se agotan conforme el clímax se acerca. Y es que el cierre no logra ser conciso, pues la película se olvida de aquellos fragmentos dramáticos-emotivos que venía acarreando.

Inxeba (en su título original), se convierte en un largometraje crítico que exterioriza la homosexualidad y el quebranto ideológico generacional en el grupo étnico sudafricano Xhosa. John Trengove nos inicia en el entorno de las tradiciones y el pensamiento colectivo de otro continente, con una fina técnica que estimula las retinas, para después robarnos uno que otro momento de escalofrío y disfrute.

Trailer



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