Por Carolina García.
El multigalardonado por Feliz navidad en 2006 regresa a la
pupila con una aventura plagada de drama y tintes psicológicos. Atestada de
planos abiertos con un naturaleza fría y embriagante con la mezcla de memorias
y culpa. Titulada La búsqueda llegó a México el pasado 19 de julio el metraje
escrito y dirigido por Christian Carion.
El argumento yace en la historia de Guillaume Canet quien le da vida a
Julien, un geólogo separado de Mélanie
Laurent interpretando a Marie. La antítesis del relato se da a los pocos
minutos de haber comenzado el filme, una culpa ensordecedora vuelca la vida del
personaje principal cuando es llamado por su ex esposa para darle aviso del
extravío de su hijo menor Mathys, representado por Lino Papa.
Se conoce el primer punto de amarre
cuando el protagonista se topa con la nueva pareja de Marie a la vez que la luz
lunar ha inundado la nieve del recinto, Julien confundido con tan sólo un
cigarrillo entre los dedos y una copa de vino sostenida en la palma de su mano
enloquece por el súbito despreocupo de Grégoire (Olivier de Benoist) ante la pérdida de su hijo.
Mon garçon es una cinta rodada a 84
minutos en medio del nevazo y una comunidad relativamente pequeña por lo que la
existencia de una comisaría y una residencia donde habitan pocas personas
dificulta el trabajo de las autoridades, obligando al padre desesperado a
indagar entre los únicos archivos posibles de pistas, un par de cintas de
video.
El director nacido en Cambrai,
Francia, hace un maravilloso uso de cámara en mano en momentos de acelero para
el personaje, así como el recurso found
footage para familiarizar con el espectador y adentrarnos en Mathys,
técnica recuperada en metrajes de terror,
El proyecto de la bruja de Blair (Eduardo Sánchez, Daniel Myrick, 1999), REC (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007)
o Actividad paranormal (Oren Peli,
2009), por mencionar algunas conocidas, retomando la idea a que para nada
estorba en la sintaxis de la historia, al menos de Mon garçon.
Canet crea una atmósfera sin tropiezos,
aunque atiborrado de agresiones hacia los sospechosos de la desaparición de su
hijo, lo desusado son los escenarios tan arreglados para que el personaje llega
al acto final. Por su parte, Laurent ha colaborado actoralmente dentro de una
extensa filmografía con más de treinta en su carrera, hace poco más de diez
años la vimos como Shosanna Dreyfus en Bastardos
sin gloria (Quentin Tarantino, Eli Roth, 2009), una judía con ansía de
resarcimiento nazi, hoy la vemos como una madre marcada por la pesadez de los
años, el anhelo de rehacer su vida y el dolor de no ver a su hijo más.
Carion trae a la vista una película de
acción, diligente y apresurada. Escuchado, de voz en voz, la etiqueta del cine
francés como el nunca pasa nada, ha sido caracterizado por una trama lenta
que es, justamente, contrario para ésta que fue estrenada en países extranjeros
el año pasado. En definitiva, deja un sabor en el paladar para exigir algo más
con una resolución del conflicto más entrañable.
Trailer
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