jueves, 26 de julio de 2018

La búsqueda (Mon Garçon) | Reseña



Por Carolina García.

El multigalardonado por Feliz navidad en 2006 regresa a la pupila con una aventura plagada de drama y tintes psicológicos. Atestada de planos abiertos con un naturaleza fría y embriagante con la mezcla de memorias y culpa. Titulada La búsqueda llegó a México el pasado 19 de julio el metraje escrito y dirigido por Christian Carion.

El argumento yace en la historia de Guillaume Canet quien le da vida a Julien, un geólogo separado de Mélanie Laurent interpretando a Marie. La antítesis del relato se da a los pocos minutos de haber comenzado el filme, una culpa ensordecedora vuelca la vida del personaje principal cuando es llamado por su ex esposa para darle aviso del extravío de su hijo menor Mathys, representado por Lino Papa.


Se conoce el primer punto de amarre cuando el protagonista se topa con la nueva pareja de Marie a la vez que la luz lunar ha inundado la nieve del recinto, Julien confundido con tan sólo un cigarrillo entre los dedos y una copa de vino sostenida en la palma de su mano enloquece por el súbito despreocupo de Grégoire (Olivier de Benoist) ante la pérdida de su hijo.

Mon garçon es una cinta rodada a 84 minutos en medio del nevazo y una comunidad relativamente pequeña por lo que la existencia de una comisaría y una residencia donde habitan pocas personas dificulta el trabajo de las autoridades, obligando al padre desesperado a indagar entre los únicos archivos posibles de pistas, un par de cintas de video.


El director nacido en Cambrai, Francia, hace un maravilloso uso de cámara en mano en momentos de acelero para el personaje, así como el recurso found footage para familiarizar con el espectador y adentrarnos en Mathys, técnica recuperada en metrajes de terror, El proyecto de la bruja de Blair (Eduardo Sánchez, Daniel Myrick, 1999), REC (Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007) o Actividad paranormal (Oren Peli, 2009), por mencionar algunas conocidas, retomando la idea a que para nada estorba en la sintaxis de la historia, al menos de Mon garçon.

Canet crea una atmósfera sin tropiezos, aunque atiborrado de agresiones hacia los sospechosos de la desaparición de su hijo, lo desusado son los escenarios tan arreglados para que el personaje llega al acto final. Por su parte, Laurent ha colaborado actoralmente dentro de una extensa filmografía con más de treinta en su carrera, hace poco más de diez años la vimos como Shosanna Dreyfus en Bastardos sin gloria (Quentin Tarantino, Eli Roth, 2009), una judía con ansía de resarcimiento nazi, hoy la vemos como una madre marcada por la pesadez de los años, el anhelo de rehacer su vida y el dolor de no ver a su hijo más.

Carion trae a la vista una película de acción, diligente y apresurada. Escuchado, de voz en voz, la etiqueta del cine francés como el nunca pasa nada, ha sido caracterizado por una trama lenta que es, justamente, contrario para ésta que fue estrenada en países extranjeros el año pasado. En definitiva, deja un sabor en el paladar para exigir algo más con una resolución del conflicto más entrañable.


Trailer


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