Por Eduardo León.
Es precisamente un dos de octubre cuando me encuentro escribiendo los primeros párrafos de este texto, ¿y qué ocurrió en esta fecha? Se suscitó una de las manifestaciones sociales más importantes en la historia de México; el movimiento estudiantil de 1968 que perseguía la libertad de expresión, la justicia, el reconocimiento de derechos y el diálogo público con las cabecillas políticas de la ciudad.
Este movimiento significó una brecha ideológica en todo el país, y en su máximo apogeo, fue “silenciado” en una horrorosa masacre apadrinada por el gobierno del finado Gustavo Díaz Ordaz. Jóvenes, obreros, maestros y demás clase trabajadora y olvidada, fueron enmudecidos para siempre por un cruce de municiones en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.
¿Y por qué es importante mencionar esto? Por un lado, porque Guasón (además de involucrar temas político-sociales), será exhibida en salas nacionales a partir del cuatro de octubre; dos días después de habernos congregado por todo Eje Central en la Ciudad de México para no olvidar los 51 años de aquella tarde de 1968. Y, por otra parte, porque considero necesario entender el movimiento social (cualquiera que sea), como una respuesta a las grandes fallas del Estado.
Freud en El Malestar en la Cultura menciona: “La vida, como nos fue impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles […] Desde tres lados amenaza el sufrimiento; desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y la disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vínculos con otros seres humanos…”
Vínculos y relaciones que son necesarios para el desarrollo de cualquier persona envuelta en la sociedad. ¿Pero qué aspectos de la vida me alcanzan y generan en mí una inconformidad? ¿Y qué pasa si la misma sociedad disgustada expresa su mal-estar con todavía más violencia? En estos cuestionamientos surgen los movimientos sociales como un proceso de reconstrucción de una identidad colectiva, alejada de la política institucional.
La injusticia, la marginación, la desigualdad, la represión y la crueldad hacia los otros, suelen ser unas pocas de las muchas estrías que se envejecen conforme las generaciones avanzan, y contra las que el hombre ha resistido durante muchos siglos atrás. Desde esta perspectiva, podemos evidenciar las problemáticas que rodean a la gran e insaciable alimaña llamada Estado; un organismo político que crea instituciones, leyes y se entromete desde el nacimiento, hasta la subsistencia diaria del individuo.
“Porque el hombre es un animal. Porque el deseo de venganza es un impulso natural. Porque la historia se escribe con sangre…”, se lee al inicio de Irreversible de Gaspar Noé. ¿Tendrán estas inscripciones algún sentido con lo mencionado anteriormente? ¿Habrá que recurrir al caos para expresar tanto descontento y tristeza acumulados? ¿Cómo vivir entre mil y una formas de pensamiento humano? Y peor aún, ¿qué hacer cuando se es un enfermo mental vulnerado por la misma sociedad abandonada?
Sin duda, se vuelve algo complejo imaginar y responder estas preguntas. Es por eso que mi cabeza no ha dejado de pensar en el pobre Arthur Fleck y en estos temas, luego de haber tenido el chance de por fin ver Guasón. Una cinta esperadísima, que en su póster y publicidad pareciera que nos están vendiendo una especie de “precuela/inicio” para el desarrollo de las películas del hombre murciélago.
Pero no, esta historia no me parece que vaya encaminada hacia el universo expandible de DC. Agradezco bastante que se hayan basado en este personaje de los cómics, para reflejar en la película cómo el sistema, el poder, la sociedad y el rechazo pueden corromper (aún más) el estado anímico-mental de un hombre, y que éste encuentre bienestar e identidad en la vehemente anarquía.
La gente es extraña cuando eres un extraño
Las caras se ven feas cuando estás solo
Las calles son desiguales cuando estás abajo
Cuando eres extraño
Las caras salen de la lluvia
Cuando eres extraño
Nadie recuerda tu nombre
Cantaba el macizo de Jim Morrison en 1967, rolita que bien podría escucharse al final de los créditos de la cinta, porque todo lo dicho líneas arriba recae en el contexto de la historia: Arthur Fleck (Happy/Joker), se gana la plata vestido de payaso y promocionando marcas en las calles de Ciudad Gótica; una urbe hundida en el desquicio, ahogada por toneladas de basura y grandes ratas. Un lugar en donde los privilegios están centralizados en alcaldes y ejecutivos, mientras que el resto de habitantes permanecen en el repugnante y agresivo olvido.
El director y escritor Todd Philips nos entrega una película de vastas dimensiones y diversas temáticas, que delinean minuciosamente el entorno y el perfil psicológico del Guasón, interpretado por el poderoso Joaquin Phoenix. Se trata de una inspección en el comportamiento humano afectado por el infortunio de la vida y el sistema: familia, salud mental, desprecio, violencia, rechazo e injusticia, que dan origen a un movimiento rebelde y de oposición, con el que muchos simpatizan y otros podrían cuestionar, pero con el que el compa de la fila (que vestía una máscara de payaso) y yo, nos sentimos identificados.
Y el sentirte identificado es el logro más chingón de la película. Ya sea porque creas un vínculo afectivo con todo el triste proceso que atraviesa Arthur Fleck para llegar a “reconocerse” entre tanta mugre, o por la revolución ideológica que El Guasón llegará a desatar. Uno se compadece, se pone en el lugar del protagonista; llora, se carcajea y se alegra cuando “los malos” tienen su merecido.
¿Consideraría a esta película algo sumamente violento? No, para nada. Aunque las personas junto a mí tapaban sus ojos en los momentos más explícitos y no entiendo el por qué auto censurarse de la realidad de esa forma; tal vez porque en los 121 minutos de duración, se exponen situaciones que bien podrían ser un reflejo de nosotros en sociedad y de nuestro hermoso y terrible México.
Guasón, propone ver desde la mirada del otro; desde la perspectiva del enfermo mental, del pobre, del vulnerado. Busca de alguna forma hacernos conscientes de lo dañino que resulta el mal gobierno que favorece la vida de unos cuantos. No es una apología al desorden como tal vez la califiquen algunos, sino un grito colérico, una respuesta contestataria de aquellas personas infelices, hartas e invisibles para todos.
El largometraje en conjunto con la fría atmósfera cinematográfica, la desoladora composición sonora, las dignas interpretaciones y su incitante y subversiva narrativa, convierten a Joker en una película trascendental que nos acerca (aunque sea muy poco), a una consciencia y crítica social, acompañados por una carcajada de insignificancia infinita que se contagia y raspa la garganta.
Luego de todo este chorote (que agradezco hayan leído), concluyo con la curiosidad de saber cuántas personas se van a identificar con el personaje y el discurso del mismo… En fin. Excelente servicio para esta peli; disfrútenla, pongan su mejor sonrisa, vuélvanse rebeldes y a ver qué ocurre. Porque como dijo el inmortal Heath Ledger: “La locura es como la gravedad. A veces sólo necesita de un pequeño empujón”. O quizá, tan sólo de una buena película...
Trailer
No hay comentarios:
Publicar un comentario