Annette es única en su tipo, asombrosa, bizarra e intrigante. Es la primera película en inglés dirigida por el francés Leos Carax, quien también causó controversia con su cinta anterior Holy Motors (2012). El guión está co-escrito con Ron Mael y Russell Mael de la banda Sparks, fusión que da por resultado una ópera rock maravillosa, cargada de drama y tragedia.
Para reseñarla no es necesario dar spoilers y es mejor verla sin mucho conocimiento previo para dejarse llevar por la oscura historia.
La película comienza con una advertencia de no hacer absolutamente ningún sonido durante la obra, ni respirar, mientras nos presenta al cast, dejando en claro que se trata de una representación teatral, estableciendo el tono sarcástico y descarado que mantiene durante las dos horas que dura.
Annette no teme tocar temas delicados y lo hace de frente, sin limitarse, dejando que los sentimientos se despabilen entre personaje y canción. A través de viñetas, con imágenes superpuestas y una narración experimental, la historia se va desarrollando con palabras cuidadosamente bien elegidas y acciones interpretadas al mismo compás.
El director sabe captar cada toma para usar los movimientos tan bien coreografiados para subir la tensión del drama y narrarnos diligentemente la historia. Es fascinante ver el desarrollo de los personajes a través de pocas palabras y la sencillez con la que critica las relaciones interpersonales así como el egoísmo en la búsqueda del beneficio propio.
Hay tres personas esenciales en esta historia: Henry McHenry, un standupero que se regodea de su mala fama y para quien todo es una broma; Ann, su doncella, una cantante de ópera con voz angelical; y Annette, la hija de ambos.
La actuación excepcional de Adam Driver como Henry McHenry es el centro de todo el espectáculo, es difícil pensar en algún otro actor que pudiera haber logrado sostener la película, como lo hizo. Anteriormente lo vimos en un drama familiar igual de desconsolador (Marriage Story, 2019), pero aquí reluce y reafirma su talento y versatilidad. McHenry es excéntrico y explosivo, igual que el guión.
La historia por momentos se siente como tragedia griega, como epopeya, que funciona muy bien en conjunto de las melodías y que demuestra que cada elemento está muy bien pensado. Todo va acorde y con ritmo, como una orquesta bien dirigida.
Marion Cotillard hace un increíble trabajo interpretando a Ann, la actriz ha trabajado en teatro anteriormente y saca provecho de ello aquí. La apariencia inocente y pura de su personaje es la luz que contrasta con la oscuridad de Henry.
Simon Helberg también da una actuación inolvidable, a pesar de que no son muchas sus apariciones en pantalla, su personaje es entrañable y con un desempeño totalmente sorprendente.
Sin embargo y para sorpresa de muchos, Annette es representada por una marioneta. Un arriesgado, pero bien pensado detalle, que dota al personaje de una profundidad inesperada.
La película es totalmente experimental, un musical no convencional que potencialmente podría convertirse en una obra de culto (como The Horror Rocky Picture Show), sin embargo se entiende que por lo mismo no es para todos los gustos. El humor ácido y ofensivo que llega a tener puede incomodar, aunque probablemente esa es su intención.
La representación de cómo se llega a vanagloriar a la gente es una copia certera de la realidad e incita a pensar en nuestro alrededor, y eso también puede asustar.
Se le puede odiar u amar (en Cannes recibió ovación de pie), pero Annette es imperdible.
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