Por
Carolina García.
El ideal del género heterosexual
hundido en la urbe industrial de algún hueco dentro del país suizo, entre
pugnas de sexos, deseo y amor. Así, llega Goliat a suelos mexicanos dentro de
la cuarta edición de Talento emergente bajo
la firma de la distribuidora Alfhaville
cinema y en la dirección de Domink
Locher.
A sus inicios, ya se espera entre un
azul y rosa mediado por el blanco en las letras de la cinta lo que sigue, la
fluctuación ente el hombre y la mujer, el arquetipo de los colores de la
infancia usados para la representación de los sexos. Y el cuadro primero bañado
en espuma, en puro color azul combinado con la carne del humano se vuelca
bellísimo, pero nos quiebra, al pasar los minutos rompe en discurso con la
imagen en pantalla, desarmoniza, se vuelve un infierno, desasosiego sin ser
saciado ni siquiera acabado el rodaje.
El goce sexual derrumbado en medio del
acto por las palabras de a continuación, estoy
embarazada, desidia y temor embriagan el cuerpo del personaje encarnado por David Lenger (David)… Abortar o no
abortar… La decisión final se concluye en el interpretado por Jasna Fritza (Jessy), cuántas mujeres
optarían por la primera…
Cocaína, alcohol y sexo, luego de la
convivencia banal entre amigos, de regreso a casa la ruptura de la relación.
David disipa su vida después de no cumplir su rol masculino frente a un acto de
hostigamiento hacia su novia. Envuelve su vida en el éter esteroide.
La
gente cambia, las
líneas mejor gastadas durante los 85 minutos de rodaje, el asentimiento, la
consolidación de una familia, la responsabilidad del que viene en camino. El
frenesí voraz de la joven pareja no culminaría en la maduración del vínculo
amoroso, los problemas internos acaban con uno mismo.
Lenger, aunque en la fallida de continuidad
de su caracterización cuando comienza con el consumo de esteroides y ejercicio,
se consagra en el personaje protagonista involucionado, el cuadro más atractivo
de todo el filme se rompe con el esperpento de sus ojos el resto de la cinta. La
levedad de su ser, la debilidad, la pérdida de un mundo al colapso de una
adicción.
Locher
nos muestra la
degradación del ser, del hombre y la mujer, de la relación, el quebrante de la identidad.
La obsesión en uno mismo, el prejuicio del dar en lo monetario. Sin ser
cercanos a la situación rasga latidos interiores en el
espectador, quién no ha amado hasta la raíz o gozado entre amapolas como
Pizarnik, para luego culminar en el odio, en la perdida de uno mismo por ser
mejor para el otro.
Con ya varios galardones al guion y
los actores protagonistas en la Muestra Internacional de Cine de São Paulo
y el Trinity International Film Festival, un filme de estereotipos enmarcados por la sociedad, de placer
visual entregado en la edición 2018 de Talento
Emergente, el que para este año ha reunido a más de diez países, iniciado
el pasado 24 de septiembre con el cierre de éste el 29 del mismo mes disponible
en cartelera Cineteca Nacional.
Trailer
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