lunes, 28 de enero de 2019

Vox Lux: Un retrato del siglo XXI | Reseña






Por Carolina García

Sobre la música pop y su resonancia rítmica... 

No quiero que la gente piense mucho. Sólo quiero que las personas se sientan bien. (Corbert, B. (2018). Vox Lux [cinta cinematográfica]. Estados Unidos: Killer films, Andrew Lauren, Bold films. 


En el marco histórico de los ataques terroristas, situados en Estados Unidos y el glitter que ha rodeado a las estrellas pop, Vox Lux se narra a tres capítulos suscritos como Prelud, Génesis y Regénesis, comprendidos del 99 al 2017... Un tres que envuelve el desorden terrenal que cuenta el pasado, presente y futuro... El paraíso, la tierra e infierno... Nacer, vivir y morir.

Vísceras derramadas tras un baleo en una escuela de música luego de irrumpir en estridentes alarmas de patrullas y ambulancias, la estremecedora cinta que rememora en este acto la masacre estudiantil en la Escuela de Columbine en 1999, donde la ficción de Brady Corbet introduce al personaje sobreviviente de nombre Celeste, encarnado en sus primeros años por Raffey Cassidy y a partir de los 31, por Natalie Portman.

El choque del paso Celeste por el derrame carmesí de estudiantes para brincar a escenarios fatídicos decorados en brillos y shows compuestos por música posicionada en los primeros lugares a principios de los 2000, es uno de los sucesos que sirven como relato de la decadencia mortífera salvaguardada en la cultura norteamericana.



Entre los estelares, Jude Law, manager de la vocalista Vox Lux y Stacy Martin, como Eleonor, conforman el séquito detrás del artista delirante entre ego y soberbia que divisa los pies de los suelos. Sin perder de la escucha la voz de Willem Dafoe, narrador omnisciente de lo íntimo en la sustancia del personaje protagónico.

En su interpretativa, tendida al alcohol, las drogas, más uno que otro atropello legal, Portman lo hace bajo un disfraz arrogante que esconde dolor, arrebatos de sangre donde se cita un ataque más, la explosión de las Torres Gemelas, N.Y., un papel que queda para la instrospección humana.

Vox Lux: El precio de la fama configura una pieza que técnicamente contrasta los recursos dramáticos con el cómo. Un dibujo escénico de lucecillas cálidas, mientras Celeste siempre ocupa el primer plano acompañada de la muerte como protagonista de la secuencia. Además del juego elaborado entre slow motion, time lapse y fotogramas con opacidades para observarse sobrepuestos.


El filme dirigido por Corbet se desenvuelve en la violencia americana en torno al sistemático be your self que siempre ha embriagado al pop. Hálitos de productos basura consumidos por la ignorancia, montajes absurdos para levantar el egocentrismo humano a través de un arte que no es arte, que se vende a miles de personas como una moda bien impuesta.

El precio de la fama desmiembra el imaginario de la cultura popular, un retrato que no ha surgido a partir del siglo XXI, pero que incluye a bien extractos de irónicos paisajes, la interconexión virtual y la desconexión vivencial, entre otras más. Nominada a una Copa Volpi en la categoría de mejor actriz y otra por mejor actor, contiene referencias bíblicas sin olvido de la crítica a lo social.

Trailer



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