Por
Carolina García.
Homosexualidad
y relaciones incestuosas ¿artificios o naturaleza del ser…? Clímax.
Los espectadores de la
apreciación cinematográfica, en su afán del ritual cinéfilo, llenaron la sala
con un vocerío de sus cuentos alucinógenos para tomar lo empírico y
referenciarlo en la crítica… El efecto narcótico es parcial en aquellos que lo
han ingerido (?)
El fotograma de la
desesperación para inundar el drama del argentino Gaspar Noé, rompe en gritos con una atmósfera blanca cubierta por
la nieve en la Francia del 96 manchada de plasma roja que brota de las venas…
Una elipsis para comenzar el mal viaje colectivo que envuelve a Clímax,
la ansiada cinta de A24 que ha
reventado butacas del cine.
Supernature (instrumental) de Cerrone invade el espacio, mientras un
baile amorfo hecho de figuras humanas retumba en los rostros extasiados como en
medio de un placer colectivo que al cabo de minutos se quiebra. Clímax
se centra en una escuela de danza, donde un grupo seleccionado de jóvenes ha
permanecido bajo exhaustivos ensayos coreográficos, la noche final se desata en
una demencia mediada por el instinto egocéntrico del hombre, el sexo y la
violencia.
En medio del abundante
rojizo, el último ensayo se viste de fiesta y sangría, que luego de mucho beber
y sin saber lo que consumían realmente, el notorio efecto del LDS comienza a
hacer efecto. El infierno se destapa con la sensibilización de sentidos en los
bailarines. El sin fin del delirio es dado a pauta de Sofía Boutella, protagonista de la película, al tiempo que se
desliza por los pasillos del lugar sin encontrar salida del viaje.
Ganadora de la Quincena de
realizadores de Cannes 2018, estructura su historia en tres inscripciones, Nacer es una oportunidad única, Vivir es una imposibilidad colectiva, La muerte es una experiencia extraordinaria,
los tres actos de la vida, cada uno como una antítesis de su antecesor.
Las tomas en picada,
medios planos para conocer la entraña de los personajes, el soundtrack compuesto por Daft punk, Rolling stones y Patrick
Hernandez, entre otros, son algunos componentes que acompañan la locura por
la ingesta de droga en un hostil ambiente disfrazado de compañerismo.
Expectativas luego de
merodear entre teasers, difusas después
de mirar el baile alucinógeno. El Gaspar
Noé que ha provocado irritación ante espectadores reservados, se guarda
entre juegos de cámara, planos secuencia y la estética en el uso de colores
específicos para iluminar sus escenas, se muestra en un estilo más discreto en
lo explícito a diferencia de rodajes anteriores como Love (2015), Enter the void
(2009), Irreversible (2002). Clímax, recorre un universo de profunda oscuridad, problemas cotidianos,
que más que encontrar la satisfacción de una trama, nos topamos con un brebaje
de apreciación cinematográfica.
Videoreseña
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